martes, 8 de enero de 2013

Los padres de los alumnos denuncian que el Aneja corre riesgo de derrumbe

LA LAGUNA (La Opinión) Los padres de los alumnos del CEIP Aneja ya no pueden más. Las instalaciones del colegio donde sus hijos estudian presentan tal deterioro que algunas de ellas han tenido que cerrarse por el peligro de derrumbe. El techo del tercer piso de uno de los edificios permanece apuntalado para evitar que venza y, para mayor inseguridad, una de las puertas de acceso no dispone de control alguno, de manera que cualquier persona puede acceder al patio del centro.

El CEIP Aneja está considerado como uno de los mejores colegios públicos de toda Canarias. En él estudian más de 200 niños de tres a 12 años. Sin embargo, el deterioro de las instalaciones y la facilidad para entrar y salir del colegio sin ningún obstáculo han puesto en jaque la tranquilidad del Consejo Escolar y el Ayuntamiento de La Laguna, que no pueden hacer nada al respecto, pues la infraestructura pertenece a la Universidad de La Laguna (ULL) y la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.

El centro escolar, situado en la Calle Heraclio Sánchez, en pleno Cuadrilátero, comparte instalaciones con la Escuela de Magisterio de la Universidad. Precisamente este vínculo entre ambos centros es el origen de la problemática que tiene en vilo a padres y profesores.

Por un lado, en el colegio hay tres puertas de entrada. La primera de ellas, ubicada en la Calle Doctor Antonio González, conduce al patio. Por ella acceden padres y alumnos bajo el control de un portero y varias cuidadoras. La segunda, en la Calle Heraclio Sánchez, se reserva exclusivamente a los profesores y personal del centro a través de un timbre que deben pulsar para salir y entrar.

Sin embargo, hay una tercera puerta que permite el acceso a cualquier persona ajena al colegio sin obstáculo ninguno. Basta con entrar a la facultad, bajar unas escaleras y girar el pestillo que da acceso al patio donde los niños juegan durante el recreo. Nadie pregunta la identidad o el objetivo de quien entra. De ahí el peligro, no solo de que puedan entrar desconocidos que dañen a los niños, sino de que estos se escapen, como ya ocurrió en una ocasión.

La inseguridad que esto implica llevó a la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) a proponer a las dos instituciones responsables la instalación de un sistema electrónico que restrinja el acceso, por ejemplo, a los estudiantes de Educación que realizan prácticas en el centro mediante su identificación. A día de hoy, los responsables han hecho oídos sordos.

Uno de los padres de un alumno, exmiembro del Consejo Escolar, llegó incluso a interponer una denuncia a título personal en octubre de 2008 ante la Policía Nacional contra la decana de la Facultad de Educación de la ULL, Olga María Alegre, y el entonces Director General de Infraestructuras Educativas del Gobierno de Canarias, José Regalado, por negligencias en dejación de sus funciones, ya que, tras conocer el caso, ninguna de las dos instituciones actuó al respecto.

"Si no hay delito no se toman medidas", asegura Miguel Ángel Galindo, quien, en calidad de denunciante, supone que "tras cuatro años sin saber nada lo más seguro es que el caso haya sido archivado".

Por otro lado, uno de los pabellones cubiertos ubicados en el patio del colegio y propiedad de la Facultad de Educación era utilizado por los alumnos para practicar actividades deportivas en invierno. Sin embargo, el mal estado del edificio llevó a la Consejería a prohibir el acceso a los niños por riesgo de derrumbe y colocar una red para evitar que caigan escombros al patio, donde los estudiantes juegan a diario. Desde entonces, los escolares deben practicar las actividades deportivas a la intemperie, dado que la ULL no les permite usar el pabellón contiguo, ubicado también en el patio del colegio.

Según Galindo, "si esa nave supone un peligro para los niños, la única solución es demolerla, pero los responsables argumentan que no hay dinero". "El derrumbe costaría solo unos 60.000 euros, lo que falta es voluntad y responsabilidad política", indicó el padre.

"Ambas instituciones se pasan la pelota y yo no pienso parar hasta que mi hijo pueda disfrutar de una educación digna en materia deportiva y de seguridad", concluyó.

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