El refugio de los mochileros
Lagarto Hostel, en Valle de Guerra, ofrece alojamiento a los aventureros y actividades como excursiones en kayak y barranquismo
ALBA BLANCO (La Opinión) En un tranquilo paraje de la localidad lagunera de Valle de Guerra,
junto a La Barranquera y apartado del bullicio de la capital y de las
zonas más turísticas, se reúnen cada día visitantes de todos los países
del mundo que, cargados con sus mochilas, escogen uno de los rincones
más apartados del municipio para tomar fuerzas en sus días de recorrido
por la Isla.
Lagarto Backpackers Hostel no es el típico albergue
juvenil de cuantos se encuentran repartidos por todo el mundo. Se trata
de un centro de actividades que ofrece a sus clientes excursiones y
deportes al aire libre en cuyo precio se incluye el alojamiento. De
hecho, en este hostal uno no puede pagar solo por quedarse a dormir.
Lo
puso en marcha en junio de 2012 un italiano, Vitto Castoldi, a
propuesta de un amigo. "Llevábamos tres años en España y nos dimos
cuenta de que en Tenerife no existían servicios de este tipo, tan
comunes en Europa", explica el responsable, "así que como con la crisis
buscábamos poner en marcha un negocio para ganarnos la vida".
"Alquilamos este chalé y creamos el único centro de actividades de este
tipo que hay en todo el norte de la Isla", matiza.
En Lagarto
Backpackers todo es compartido por los usuarios, desde el DVD o el
equipo de música, ubicados en el salón central, como la librería,
compuesta por donaciones de los distintos clientes y en la que el único
requisito para adquirir un ejemplar es dejar otro propio.
Para el
alojamiento, el hostal dispone tres habitaciones: dos compartidas, de
siete y cinco camas respectivamente, y tres cuartos privados para dos o
tres personas.
A pesar de que los jóvenes pasan poco tiempo en el
albergue, acaban conviertiéndose en una pequeña familia, pues la
convivencia es continua, no solo en las actividades organizadas. "Los
desayunos y las cenas son compartidos", explica Castoldi. "Quedamos
todos en la cocina y preparamos juntos la comida, empleados incluidos.
Por eso, al final se convierten más en amigos que en clientes", asegura
el dueño de Lagarto Hostel.
Los usuarios pasan prácticamente todo el
día fuera de este centro de mochileros, pues cada jornada salen a
realizar una de las diferentes actividades previstas por la
organización, entre las que se encuentran el kayak –una de las más
vendidas–, surf –en la escuela de Bajamar–, masajes, buceo,
barranquismo, senderismo por Anaga y el Teide, y parapente.
Además,
el hostal vende comida para los clientes y complementos elaborados por
una vecina del pueblo, como carteras, pendientes o pulseras. Según Vitto
Castoldi, "apostamos por el desarrollo local y por eso también solemos
poner música de grupos tinerfeños que no suelen escucharse para ayudar a
su difusión".
El perfil medio de cliente de este centro de
actividades lo forman jóvenes de unos 25 años de todas las
nacionalidades. "La mayoría son europeos, pero hemos tenido visitantes
de Argelia e incluso China", explica el dueño, para añadir que "también
viene gente de La Península y de Santa Cruz que buscan desconectar".
Los
usuarios suelen quedarse como mínimo un día y máximo dos meses y el 60%
viene solo, de ahí que a muchos de ellos Lagarto Backpackers les sirva
para hacer amigos con los que recorrer la Isla. El precio de las
actividades oscila entre los 25 y los 100 euros, que se suman a los 15
que cuesta el desayuno con alojamiento. Para las cenas, si los clientes
no disponen de su propia comida, los empleados se la preparan por cinco
euros. "Les enseño a hacer pizzas y la auténtica salsa carbonara",
indica el italiano.
Además, Lagarto Hostel cuenta con tres
voluntarios que, a cambio de alojamiento y comida, se encargan de hacer
de este paraje el lugar ideal para los aventureros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario