LA LAGUNA (La Opinión)
"San Benito es hoy lo que es gracias a ellos, a su esfuerzo y su lucha".
María Dolores García, residente del barrio que celebra sus fiestas
estos días, habla así de los cinco vecinos que fueron ayer homenajeados
en la plaza de la iglesia por la labor social y económica que han
realizado. Todos ellos regentaron es su día una venta, una casa de
comidas, una zapatería y dos talleres que jugaron un papel fundamental
en el desarrollo de la zona. Manuel Lorenzo Perera, profesor y doctor en
Historia por la Universidad de La Laguna (ULL), fue el encargado de
repasar la trayectoria del barrio y de cada uno de estos vecinos, a
quienes representantes del Ayuntamiento entregaron una placa
conmemorativa.
Carmen González, conocida como Carmita, aún mantiene la que es la venta más antigua de La Laguna, con más de 80 años. Está ubicada en la calle Marqués de Celada y la heredó de su padre, Nicolás, el amortajador del barrio.
Junto a ella, los vecinos rindieron tributo a Lorenzo Peña, dueño de la casa de comidas El Quirique. Lorenzo se vio en la necesidad de trabajar desde que se quedó huérfano para mantener a sus hermanos. En 1960, fundó este restaurante –cuyo nombre es un recuerdo a su padre, aficionado a las peleas de gallos– junto a su esposa Isabel. El local se convirtió en el lugar de reunión del barrio, donde vecinos y visitantes acudían con frecuencia a degustar su deliciosa carne de cabra. Así ocurrió durante 35 años. Desde hace 15 son sus hijos quienes lo sacan adelante.
Eugenio Marrero, a quien todo el mundo conoce como Tito Caravallo, nació en Tacoronte, pero desde 1944 vive en San Benito. Por eso sus vecinos consideraron que se merecía un reconocimiento. En este barrio lagunero se formó en platería y orfebrería. Gracias a ello, logró alzarse con los primeros premios de un concurso nacional y otro provincial. Desde los 11 años trabajó en varios talleres hasta que abrió el suyo propio, donde se le encargaron piezas para el teleférico del Teide y para construir la autopista del Sur.
Los vecinos de San Benito también rindieron tributo a Alfredo López, dueño de los talleres López, la única fundición de hierro de La Laguna. Heredó de su padre el interés por la mecánica. Estudió en la ULL un curso de fundición y a principios de los años 50 se hizo con su propio negocio, que cerró en 2006. Allí fabricó, sobre todo, piezas de motores y bombas de agua, coches, camiones y máquinas para fábricas.
Benito El Zapatero, el último de los galardonados en la tarde de ayer, no asistió al acto por considerar que "no merecía un homenaje". Pero igualmente, todos los asistentes le brindaron un gran aplauso.
"Todos ellos son maestros de nuestra tierra, que deberían aportar su sabiduría a los colegios y universidades, porque tienen mucho que enseñar y son el máximo exponente de nuestra cultura y nuestro pueblo", apuntó Perera.
Las Fiestas de San Benito continúan hoy con el Baile de Magos, que este año se realizará por duplicado –en el casco y en la plaza del barrio–, ante las quejas vecinales porque la fiesta se había desplazado al centro lagunero. "La gente está contenta este año, porque nuestro patrón está en la iglesia y aquí es donde tiene que celebrarse la fiesta", aseguró Dolores García.
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