ALBA BLANCO (La Opinión)
"Pretender que apaguen el fuego bomberos desde tierra es un suicidio",
asegura el biólogo Wolfredo Wildpret. Sus palabras se refieren al riesgo
que sopone que los efectivos de emergencias accedan al flanco Oeste del
incendio que ha quemado en Tenerife 4.000 hectáreas desde el domingo
pasado. La cuestión es que la orografía de la zona Sur de la Isla,
plagada de barrancos, dificulta y hace más peligrosas aún las labores de
extinción, ya que el llamado efecto chimenea facilita que el fuego se
extienda por estos enclaves entre montañas.
Este fenómeno provoca que un fluido como el aire, al pasar por un conducto estrecho como el barranco, acelere su velocidad y avive las llamas próximas a las laderas en sentido ascendente, actuando como un fuelle. Wildpret explica que es "algo similar a un lanzallamas".
Wladimiro Rodríguez Brito, profesor de Geografía en la Universidad de La Laguna y exconsejero de Medio Ambiente en el Cabildo insular, asegura que "el efecto chimenea es muy frecuente en los incendios próximos a los barrancos". Las llamas no se pueden atacar y este fenómeno impide acceder a los bomberos.
De
ahí el empeño de las autoridades por evitar que el fuego se adentrara
en estos accidentes geográficos. Sin embargo, los esfuerzos han sido en
vano. Hasta el momento, las llamas han atravesado ya cinco barrancos,
entre los que se encuentran el Barranco de Erques, que divide Guía de
Isora y Adeje; la reserva natural del Barranco del Infierno; y el de
Tágara, entre Guía de Isora y Santiago del Teide, que es el más
inaccesible por su gran profundidad.
Rodríguez Brito alertó a
los servicios de emergencias sobre la necesidad de tener en cuenta la
dirección del viento en cada zona, "ya que en estos lugares es normal
que se produzcan corrientes que cambian constantemente de sentido,
debido a que se juntan masas de aire de diferentes temperaturas".
Una
de estas variaciones de viento imprevisibles fue la que impidió el
pasado martes que los efectivos encargados de extinguir las llamas
evitaran que el incendio invadiera el Barranco de Tágara, uno de los más
abruptos de la Isla y al que es prácticamente imposible llegar. Para
Wolfredo Wildpret, "incluso en condiciones normales sin incendio, tan
solo los más expertos han podido acceder a él".
Por esta razón, el biólogo asegura que "en esta zona el fuego puede sofocarse solamente por el aire a través de hidroaviones". "Ya que hasta ahora no ha habido que lamentar accidentes, no nos podemos arriesgar a que haya víctimas humanas como ocurrió en La Gomera hace 20 años, donde murieron 20 personas al sofocar un incendio en un terreno similar a este", apunta Wildpret.
Incluso el ministro de Turismo, José Manuel Soria,
mencionó en su visita al frente del Oeste el efecto chimenea. "Lo más
importante es que en esta orografía puede provocarse el efecto
chimenea", indicó, para aclarar a continuación que este fenómeno
"dificulta enormemente las tareas de extinción".
Tanto Wildpret
como Rodríguez Brito subrayan que la dirección y potencia de los vientos
es esencial en la evolución de las llamas y su expansión hacia la
cumbre de la ladera. Las corrientes que vienen de abajo son las más
dañinas, ya que el fuego se extiende con mayor facilidad de abajo a
arriba, razón por la cual el incendio que asoló la Isla en 2007, en el
que ardieron 9.000 hectáreas, resultó tan catastrófico.
A
sabiendas de este hecho, uno de los mayores logros de las Brifor durante
estos días ha sido evitar que las llamas ascendieran hacia la carretera
general de Vilaflor hasta alcanzar el Sombrero de Chasna, otra de las
zonas de mayor dificultad para sofocar el fuego.
Tres veces 30
Según
el técnico de la Dirección General de Seguridad y Emergencias, Humberto
Gutiérrez, "el verdadero problema de este incendio no está en las
condiciones del fuego, sino en la accesibilidad de los medios de tierra
para acercarse a las zonas afectadas, que en ocasiones se han visto
obligados a retroceder para garantizar su seguridad".
Los
expertos confían en la llegada de una tormenta de verano para contribuir
a la extinción del fuego. Sin embargo, la sequía y las condiciones
meteorológicas en el Sur de la Isla elevan las posibilidades de que el
incendio se extienda en la zona. La regla de los tres 30 se cumple a la
perfección: temperaturas que superan con creces los 30 grados
centígrados, vientos que soplan a más de 30 nudos por hora y una humedad
del aire inferior al 30%. Esta última cifra descendió el martes hasta
el 1% en Vilaflor, lo que, unido a los más de 40 grados, "da la
sensación de estar en un desierto", matiza Wolfredo.
Mientras que
el biólogo confía en que el terreno se recupere por sí mismo con el
paso tiempo, Wladimiro Rodríguez Brito insta a las autoridades a
incentivar el pastoreo en la zona para limpiarla de rastrojos y
matorrales secos.
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