LA LAGUNA (La Opinión) Los aires de Senegal decoran desde hace dos años el casco histórico de La Laguna. Los ha traído Cheikh Thiam, de 44 años, cuyo nombre artístico es Babel, y que vende escenas cotidianas de su país hechas de una forma peculiar. Desde que llegó a la ciudad en 2009 ha logrado vender más de 2.000 cuadros pintados a base de una técnica que se conoce como bajo vidrio y que requiere de una dificultad extra. Babel debe dibujar las figuras al revés pues realiza los trazos en la parte trasera del cristal.
Este artista africano estudió biología en su país natal. Al finalizar su formación, comenzó a dar clases como biólogo. Pero realmente su pasión era la pintura, una disciplina que ya practicaban sus familiares. Abandonó su trabajo para centrarse en el arte, que aprendió en el taller de un primo, un pintor reconocido en Senegal. Desde entonces se ha dedicado por completo a su mayor afición.
Llegó a la Península en 2002, concretamente a Madrid. Allí fue invitado por la Asociación de Inmigrantes Senegaleses (AISE) a realizar una exposición sobre su obra. En la capital permaneció dos años, tras los cuales se mudó a Granada, donde vivió otros cuatro. Llegó a Tenerife movido por su alma aventurera. Un amigo lo trasladó desde el Sur hasta La Laguna, donde permanece desde hace dos años.
En un principio, Babel combinó la pintura con un grupo de música africana con el que tocaba en las calles del centro para ganarse la vida. "La música da más dinero, pero la pintura aporta mayores expectativas a largo plazo y da más posibilidades de crecer", aseguró. Por ello, fue abandonando poco a poco el bolon, un tipo de contrabajo proveniente de Guinea. Actualmente, colabora con un grupo de música africana de Llano del Moro, pero vive de la pintura, lo que confiesa que "le apasiona".
Reside cerca de la plaza del Cristo lagunera, desde donde traslada en varios viajes todos sus instrumentos para realizar su trabajo y mostrar sus cuadros a los viandantes. "Tengo clientes fijos que han llegado a comprarme 14 pinturas", afirma. Sus mejores clientes son los turistas, sobre todo los alemanes. Cualquier época es buena para él. Sus ventas no dependen de fechas que incitan al consumismo, como la Navidad. Sin embargo, confiesa que cuando expone no vende tanto como cuando trabaja en la calle. "La gente agradece el contacto directo, por eso prefiero la calle", asegura.
Babel recibe con una sonrisa a cualquier lagunero que se acerca atraído por sus obras, siempre a la sombra de la palmera más alta de la céntrica calle Viana. Desde hace un par de meses, ha instalado allí, a la intemperie, su taller. En ocasiones, cambia de emplazamiento y acude a las vías circundantes, pero procura frecuentar una calle concreta. "Así la gente sabe dónde estoy y puede encontrarme fácilmente". Normalmente, sale por las tardes, y sobre todo los fines de semana. "Elegí la calle Viana porque me pilla cerca de casa. Hay veces que trabajo allí, pero me gusta ponerme en la calle para que la gente vea lo que hago".
Le gusta La Laguna, aunque haga mucho más frío que en Senegal. "Lo que más me llama la atención es el paisaje, la historia y la arquitectura. Es un entorno ideal para un creador y un lugar muy bueno para vivir. Estoy encantado aquí".
Este artista callejero trabaja la pintura rupestre, con imágenes propias de las costumbres y la cultura africana fulani, autóctona de la zona norte de Senegal. "Algunas de las escenas que pinto son reales y otras surgen de mi imaginación", cuenta Babel. Nunca se ha planteado representar imágenes y tradiciones canarias. Sin embargo, cuando algún cliente le hace algún encargo, Babel se ofrece gustoso ante cualquier reto.
Sus cuadros, cuyo precio oscila entre los 10 y los 150 euros, se caracterizan por las figuras femeninas alargadas y de extremidades finas. En ellos se pueden apreciar colores vivos y muy nítidos, tan propios de su nación.
La técnica del bajo vidrio que emplea es un método proveniente de Persia pero muy utilizado en Senegal. Cheikh Thiam incorporado algunas novedades y creo su propia versión. Esas estampas senegalesas permanecen todos los días en Viana, pero Babel apunta que está meditando irse al Médano. "Es que hace mucho frío", concluye.
Este artista africano estudió biología en su país natal. Al finalizar su formación, comenzó a dar clases como biólogo. Pero realmente su pasión era la pintura, una disciplina que ya practicaban sus familiares. Abandonó su trabajo para centrarse en el arte, que aprendió en el taller de un primo, un pintor reconocido en Senegal. Desde entonces se ha dedicado por completo a su mayor afición.
Llegó a la Península en 2002, concretamente a Madrid. Allí fue invitado por la Asociación de Inmigrantes Senegaleses (AISE) a realizar una exposición sobre su obra. En la capital permaneció dos años, tras los cuales se mudó a Granada, donde vivió otros cuatro. Llegó a Tenerife movido por su alma aventurera. Un amigo lo trasladó desde el Sur hasta La Laguna, donde permanece desde hace dos años.
En un principio, Babel combinó la pintura con un grupo de música africana con el que tocaba en las calles del centro para ganarse la vida. "La música da más dinero, pero la pintura aporta mayores expectativas a largo plazo y da más posibilidades de crecer", aseguró. Por ello, fue abandonando poco a poco el bolon, un tipo de contrabajo proveniente de Guinea. Actualmente, colabora con un grupo de música africana de Llano del Moro, pero vive de la pintura, lo que confiesa que "le apasiona".
Reside cerca de la plaza del Cristo lagunera, desde donde traslada en varios viajes todos sus instrumentos para realizar su trabajo y mostrar sus cuadros a los viandantes. "Tengo clientes fijos que han llegado a comprarme 14 pinturas", afirma. Sus mejores clientes son los turistas, sobre todo los alemanes. Cualquier época es buena para él. Sus ventas no dependen de fechas que incitan al consumismo, como la Navidad. Sin embargo, confiesa que cuando expone no vende tanto como cuando trabaja en la calle. "La gente agradece el contacto directo, por eso prefiero la calle", asegura.
Babel recibe con una sonrisa a cualquier lagunero que se acerca atraído por sus obras, siempre a la sombra de la palmera más alta de la céntrica calle Viana. Desde hace un par de meses, ha instalado allí, a la intemperie, su taller. En ocasiones, cambia de emplazamiento y acude a las vías circundantes, pero procura frecuentar una calle concreta. "Así la gente sabe dónde estoy y puede encontrarme fácilmente". Normalmente, sale por las tardes, y sobre todo los fines de semana. "Elegí la calle Viana porque me pilla cerca de casa. Hay veces que trabajo allí, pero me gusta ponerme en la calle para que la gente vea lo que hago".
Le gusta La Laguna, aunque haga mucho más frío que en Senegal. "Lo que más me llama la atención es el paisaje, la historia y la arquitectura. Es un entorno ideal para un creador y un lugar muy bueno para vivir. Estoy encantado aquí".
Este artista callejero trabaja la pintura rupestre, con imágenes propias de las costumbres y la cultura africana fulani, autóctona de la zona norte de Senegal. "Algunas de las escenas que pinto son reales y otras surgen de mi imaginación", cuenta Babel. Nunca se ha planteado representar imágenes y tradiciones canarias. Sin embargo, cuando algún cliente le hace algún encargo, Babel se ofrece gustoso ante cualquier reto.
Sus cuadros, cuyo precio oscila entre los 10 y los 150 euros, se caracterizan por las figuras femeninas alargadas y de extremidades finas. En ellos se pueden apreciar colores vivos y muy nítidos, tan propios de su nación.
La técnica del bajo vidrio que emplea es un método proveniente de Persia pero muy utilizado en Senegal. Cheikh Thiam incorporado algunas novedades y creo su propia versión. Esas estampas senegalesas permanecen todos los días en Viana, pero Babel apunta que está meditando irse al Médano. "Es que hace mucho frío", concluye.
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