lunes, 28 de enero de 2013

Clases en familia y en el monte

La Escuela Rural de Las Carboneras es la única del municipio que se conserva en Anaga
 
Escondido entre los montes de Anaga, en un pequeño pueblo sin apenas cobertura de teléfono móvil donde las vecinas salen a la calle en pijama y en las casas no hay internet, existe un recoveco donde se forman futuros universitarios. Se trata de la Escuela Rural de Las Carboneras, la única de este tipo que pertenece al municipio de las cinco que aún sobreviven en el macizo.

El CEIP Las Carboneras, ubicado en la localidad lagunera con el mismo nombre, pertenece al colectivo Escuelas Rurales de Anaga, compuesto además por los colegios de los pueblos chicharreros de Taganana, Chamorga, Igueste de San Andrés y Roque Negro. Todos están coordinados por Francisco Reyes, que es además el único profesor fijo del centro de Las Carboneras. "Antes había muchas más escuelas que pertenecían al colectivo, en Almáciga, Afur o Taborno. Pero en los últimos años, la Consejería de Educación las ha ido cerrando por falta de niños", explicó Reyes.

Según el maestro, la escuela lagunera se ha salvado de la criba hasta el momento pero "la han intentado cerrar muchas veces, porque ha habido años que he llegado a tener solo cuatro alumnos". Francisco Reyes recuerda que "al principio, el colegio tenía 17 niños, luego descendió el número y en los últimos años se ha mantenido en una media de 10, lo que nos permite tener un colchón para los próximos años, porque muchos de ellos son pequeños".

Raúl Martín, alumno de 5º de Primaria, asegura que "a nosotros nos gusta ser pocos porque así aprendemos más, no como en los colegios grandes de Santa Cruz y La Laguna, en los que hay demasiada gente por clase".

Un total de 56 escolares de Educación Infantil y Primaria forman este curso el colectivo de las Escuelas Rurales de Anaga: seis en Roque Negro, 25 en Taganana, nueve en Igueste de San Andrés, tan solo tres en Chamorga y los 13 alumnos del CEIP Las Carboneras, que pertenecen a seis niveles diferentes.

Del alumnado lagunero, cuatro son del pueblo vecino, Taborno. Los niños deben desplazarse cada día hasta Las Carboneras para recibir clase, dado que el centro local cerró hace unos años. El padre de uno de los cuatro alumnos es el encargado de trasladarles en coche por las mañanas y para ello, la Consejería de Educación le ayuda con una pequeña subvención.

El centro lagunero, a diferencia de otros como el de Igueste –que dispone de canchas deportivas y un edificio de dos plantas–, está ubicado en el local de la asociación vecinal y compuesto tan solo por un solo aula, en la que conviven pequeños y mayores durante toda su primera etapa escolar, desde los tres hasta los 12 años. Las diferentes asignaturas se imparten al mismo tiempo para todos los alumnos, independientemente del curso en el que se encuentren. "La explicación es siempre para los más mayores, de manera que los de edades inferiores van escuchando los temas y eso hace que cuando alcanzan los niveles superiores, ya hayan adquirido prácticamente todos los conocimientos", indica el maestro, para añadir que "mientras tanto, los pequeñines hacen dibujos o leen sobre el tema que estemos tratando".

La convivencia entre niños de edades tan diferentes ha desarrollado en los más mayores un sentido de la responsabilidad inusual a su edad. No solo contribuyen a educar de los pequeños, sino que les ayudan a hacer las tareas e incluso les ponen ejercicios. "Si yo estoy ocupado siempre están dispuestos a echarme una mano y ellos mismos son quienes llevan la gestión del centro: hacen fotocopias, mandan fax y cogen llamadas", asegura el profesor.

Además de Francisco Reyes, cinco profesores itinerantes se turnan por las diferentes escuelas del colectivo para impartir las asignaturas de religión, inglés, francés, educación física y música. "Muchas veces se hacen hasta 30 kilómetros en un mismo día yendo de una escuela a otra", apunta el coordinador.

Puesto que los niños se educan y conviven siempre con las mismas personas, para fomentar su socialización la directiva organiza a menudo actividades extraescolares en los diferentes centros rurales, donde se juntan los alumnos de las cinco escuelas. "Cada vez toca en un colegio distinto", explica el coordinador. "Las pasadas Navidades las celebramos en Taganana y este año nos toca a Las Carboneras organizar la fiesta de Carnaval", cuenta Reyes mientras los más pequeños se entretienen pintando grandes muñecos de cartón para la ocasión.

Viajes
Según el profesor, "también organizamos salidas conjuntas al campo y viajes a Santa Cruz y La Laguna". Para Alba Rodríguez, de 10 años, "lo mejor del colegio es la excursión de fin de curso".

El hecho de que los alumnos se formen durante tantos años con el mismo profesor y los mismos compañeros crea en esta escuela un ambiente muy familiar. Todos se conocen a la perfección. "Veo a los padres a diario", cuenta Reyes. "Participan con nosotros en las actividades extraescolares, y muchos vienen al aula para ver cómo están sus hijos o incluso a darles el bocadillo, aunque suelen ir a casa a desayunar porque ninguno vive a más de 50 metros". Reyes asegura que en el CEIP Aneja no hay absentismo escolar, porque los alumnos "se divierten en clase y tienen valores completamente distintos al resto de escolares".

El profesor apuesta por el mantenimiento de este tipo de escuelas que "no solo cumplen una labor educativa sino social, porque también damos clases y cursos para los adultos y es el único punto del pueblo donde hay ordenadores y WiFi". Además, para informar a la población de lo que pasa en Anaga y de las actividades que los jóvenes realizan en las escuelas, los alumnos de todo el colectivo de escuelas rurales elaboran trimestralmente el periódico Anaga cuenta..., que se distribuye por las cinco localidades. Para el maestro, "es necesario que los niños se eduquen en su entorno para que aprendan a quererlo". "Ya tendrán tiempo de salir fuera", concluyó.


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