ALBA BLANCO (La Opinión) "Si no nos arriesgamos, no ganamos nada". Bajo esta premisa, tres
jóvenes tinerfeñas han renunciado a sus vacaciones estivales como
monitoras de Educación Infantil para crear su propio negocio y salir
adelante en tiempos de crisis. Se trata del campamento de verano
Ayatimas, que permanece abierto desde el mes pasado en este colegio de
Valle de Guerra y que se prolongará durante todo agosto.
Ruth
Fernández, Idaira Peña y Cristina Hernández se conocieron el pasado
curso escolar durante su trabajo como educadoras en las actividades
extrescolares que organiza el Ayuntamiento de La Laguna en los centros
ciudadanos de Guamasa y Valle de Guerra. Ante la insistencia de los
padres y el bajo sueldo que recibían, se decidieron a organizar su
propio campamento de verano.
Para ello se vieron obligadas a
elaborar un proyecto educativo que presentaron en abril al colegio
Ayatimas de Valle de Guerra para implantar allí su escuela estival. Tras
su aprobación, la iniciativa fue presentada a la Consejería de
Educación del Gobierno de Canarias, que les dio el sí definitivo a
finales de junio. "Hemos contado con muy poco tiempo para promocionar la
inscripción y hacer el papeleo necesario, por eso este mes ha sido muy
flojo", asegura Idaira Peña. Sin embargo, a los 28 alumnos de entre tres
y 12 años que participaron el mes pasado se han sumado una decena más
en agosto. No todos acuden a diario. Algunos han reservado plaza para
una quincena, otros para dos o tres días por semana y algunos incluso
acuden espontáneamente días sueltos. "Hay muchos padres que trabajan los
dos y no tienen con quién dejar a los niños", explica Ruth. "En
Ayatimas no solo les entretenemos y cuidamos de ellos, sino que
trabajamos materias escolares para que en septiembre les cueste menos
volver al colegio", destaca.
El precio mensual es de 100 euros por
niño, 50 por quincena y 5 euros los días sueltos. Unas cantidades que,
según aseguran las chicas, apenas les sirven para sufragar los gastos de
los seguros de autónomos, responsabilidad civil y accidentes que deben
cubrir.
El mayor problema con el que cuentan estas tres jóvenes
es la competencia desleal y el intrusismo que se ejerce en muchos casos
en esta profesión, ya que aseguran que "según la ley, no puede
implantarse un campamento infantil en otros lugares que no sean un
colegio, pues los niños conviven con actividades y personas que no
deben". Los bajos precios que se ofrecen en estas ocasiones han mermado
sus posibilidades de negocio, pues aseguran que permiten unas cuotas
mucho más bajas con las que no pueden competir. Aun así, estas jóvenes
no cesan en el empeño de sacar adelante su negocio.
Cada mañana a
las 7:00 horas, reciben sus alumnos, a quienes ofrecen incluso el
desayuno. Divididos en dos grupos de tres a seis y de ocho a 12 años,
los pequeños realizan una hora y media de refuerzo educativo donde
practican las materias escolares. Posteriormente, dedican otra hora a
realizar manualidades con plastilina, acuarelas e incluso talleres de
sal. El tiempo restante lo emplean en dinámicas deportivas. Los días que
el tiempo lo permite, disfrutan de varias piscinas hinchables que se
instalan en el patio del colegio.
Aunque las clases acaban a las
14:00 horas, el campamento ofrece servicio de comedor por 80 euros
mensuales. En este caso, los pequeños terminan su jornada en Ayatimas a
las 15:30. "Los padres están muy contentos", explica Ruth. Tal es así
que piensan en montar un parque infantil o una ludoteca después del
verano.
La concejal de Educación del Ayuntamiento de La Laguna,
Cruci Díaz, les propuso en su visita al campamento montar su próximo
negocio en las nuevas instalaciones del mercado municipal de La Laguna,
en la Plaza del Adelantado. Hasta entonces, las jóvenes piensan repetir
la experiencia de Ayatimas el próximo verano.
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