LA LAGUNA (La Opinión)
Los alumnos del Colegio Salesiano de La Cuesta reciben esta semana
las clases más divertidas de toda su carrera escolar. Desde el pasado
lunes y hasta el viernes, los jóvenes aparcan los libros de lengua o
religión y dedican sus horas en la escuela a sus mayores pasiones y
aficiones dentro de la llamada Proyects Week. Para ello, cada uno de los
estudiantes ha elegido entre los 18 proyectos de temática variada que
el profesorado ha elaborado para tal fin, entre los que se encuentran
cursos para la creación de cortometrajes o para hacer instrumentos
musicales, un coche de carreras o un programa de radio.
En cada una de las actividades participan alumnos de todos los cursos y edades, desde primaria hasta bachillerato, incluso de los ciclos de Formación Profesional (FP) y Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) que se imparten en el centro. En el caso de los niños del segundo curso de Educación Infantil, existe un proyecto específico, que consiste en el intercambio cultural con alumnos de un colegio de Asturias. A través de videoconferencias, los pequeños de cuatro años aprenden a fabricar sidra sin alcohol, mientras que enseñan a los asturianos a cocinar el tradicional mojo canario o a cantar una isa.
Según el director del centro, Pedro Yedra, "el colegio se ha convertido en un laboratorio pedagógico y esta es una prueba más de cómo el aprendizaje puede ser algo apasionante". "Con estos proyectos, conseguimos romper con la dinámica y la rutina diaria de las clases habituales", explicó el cura.
Él mismo coordina el taller de publicaciones periodísticas, donde los alumnos aprenden a editar vídeos y reciben charlas de profesionales de la información. Un grupo concreto de la clase se dedica por completo a la emisión de un programa de radio en el que retransmite a los vecinos de La Cuesta el transcurso de la semana, mientras que otro controla el perfil del colegio en las diferentes redes sociales.
El proyecto de instalación de un huerto acoge, sobre todo, a los alumnos de PCPI. "A través del cuidado de las gallinas, por ejemplo, los chicos aprenden a asumir responsabilidades y a colaborar con el grupo", explica Jerónimo Álvarez, coordinador del proyecto. Además de la construcción de una balsa o un invernadero, los alumnos crean un sistema de cámaras de control remoto que les permite vigilar a los animales desde casa.
En el taller de lutiers, los jóvenes, casi todos alumnos de música, fabrican instrumentos de percusión y electrónicos, como xilófonos o metalófonos, que utilizarán para una batukada final. El resto de apasionados por la música participan en la grabación de un disco, donde cantan y ponen en práctica sus conocimientos sobre guitarra eléctrica, por ejemplo. "Elegí este proyecto porque me encanta la música", cuenta Tania Suárez, una de las alumnas. "Aquí podemos versionar canciones o crear nuestros propios temas", añade.
Estefanía Martín quiere ser médico. Por eso ha escogido el taller biológico, donde estudian la anatomía de los vertebrados a través de la disección de un conejo: "Hoy les hemos quitado los riñones y les hemos cortado las patas y el rabo para llevárnoslos de recuerdo", explicó la estudiante.
Francisco Rodríguez, por su parte, participa en un proyecto en el que los estudiantes crean un combustible a base de la destilación de alcohol puro con el que poner en marcha el motor de un automóvil convencional: "Me resulta muy interesante porque podemos crear una alternativa al petróleo", aseguró el joven.
El resto de estudiantes se reparte entre la creación de un coche de carreras en los talleres de automoción, un globo sonda que mide la temperatura y la presión de la atmósfera, un cortometraje de animación a través de fotografías con figuras de plastilina y una maqueta a tamaño real del nuevo edificio del centro. Además, los cursos de teatro permiten a los jóvenes mejorar su expresión corporal y su actitud en público, mientras que en el videofórum visualizan y comentan los ocho mejores largometrajes de la historia del cine.
En cada una de las actividades participan alumnos de todos los cursos y edades, desde primaria hasta bachillerato, incluso de los ciclos de Formación Profesional (FP) y Programas de Cualificación Profesional Inicial (PCPI) que se imparten en el centro. En el caso de los niños del segundo curso de Educación Infantil, existe un proyecto específico, que consiste en el intercambio cultural con alumnos de un colegio de Asturias. A través de videoconferencias, los pequeños de cuatro años aprenden a fabricar sidra sin alcohol, mientras que enseñan a los asturianos a cocinar el tradicional mojo canario o a cantar una isa.
Según el director del centro, Pedro Yedra, "el colegio se ha convertido en un laboratorio pedagógico y esta es una prueba más de cómo el aprendizaje puede ser algo apasionante". "Con estos proyectos, conseguimos romper con la dinámica y la rutina diaria de las clases habituales", explicó el cura.
Él mismo coordina el taller de publicaciones periodísticas, donde los alumnos aprenden a editar vídeos y reciben charlas de profesionales de la información. Un grupo concreto de la clase se dedica por completo a la emisión de un programa de radio en el que retransmite a los vecinos de La Cuesta el transcurso de la semana, mientras que otro controla el perfil del colegio en las diferentes redes sociales.
El proyecto de instalación de un huerto acoge, sobre todo, a los alumnos de PCPI. "A través del cuidado de las gallinas, por ejemplo, los chicos aprenden a asumir responsabilidades y a colaborar con el grupo", explica Jerónimo Álvarez, coordinador del proyecto. Además de la construcción de una balsa o un invernadero, los alumnos crean un sistema de cámaras de control remoto que les permite vigilar a los animales desde casa.
En el taller de lutiers, los jóvenes, casi todos alumnos de música, fabrican instrumentos de percusión y electrónicos, como xilófonos o metalófonos, que utilizarán para una batukada final. El resto de apasionados por la música participan en la grabación de un disco, donde cantan y ponen en práctica sus conocimientos sobre guitarra eléctrica, por ejemplo. "Elegí este proyecto porque me encanta la música", cuenta Tania Suárez, una de las alumnas. "Aquí podemos versionar canciones o crear nuestros propios temas", añade.
Estefanía Martín quiere ser médico. Por eso ha escogido el taller biológico, donde estudian la anatomía de los vertebrados a través de la disección de un conejo: "Hoy les hemos quitado los riñones y les hemos cortado las patas y el rabo para llevárnoslos de recuerdo", explicó la estudiante.
Francisco Rodríguez, por su parte, participa en un proyecto en el que los estudiantes crean un combustible a base de la destilación de alcohol puro con el que poner en marcha el motor de un automóvil convencional: "Me resulta muy interesante porque podemos crear una alternativa al petróleo", aseguró el joven.
El resto de estudiantes se reparte entre la creación de un coche de carreras en los talleres de automoción, un globo sonda que mide la temperatura y la presión de la atmósfera, un cortometraje de animación a través de fotografías con figuras de plastilina y una maqueta a tamaño real del nuevo edificio del centro. Además, los cursos de teatro permiten a los jóvenes mejorar su expresión corporal y su actitud en público, mientras que en el videofórum visualizan y comentan los ocho mejores largometrajes de la historia del cine.
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