lunes, 30 de abril de 2012

Unos agentes de tráfico muy especiales

LA LAGUNA (La Opinión) Bruno Hernández, de 13 años, era un niño conflictivo. "Antes contestaba a los profesores, pegaba a mis compañeros y no hacía la tarea", reconoce el pequeño. Ahora, su labor como agente vial le ha convertido en un Bruno nuevo. Él es uno de los 13 alumnos integrantes del proyecto de seguridad vial que ha impulsado Miguel Mederos, jefe de estudios del colegio Montaña Pacho, a través del cual consigue corregir las malas conductas de los niños más problemáticos del centro.

Esta iniciativa, pionera en las Islas, surgió hace dos años con un doble objetivo: enseñar a los alumnos del centro seguridad vial a la vez que motivar el buen comportamiento de estos. El equipo de agentes viales integra a alumnos de 5º y 6º de primaria de tres tipos: niños con problemas de comportamiento o rendimiento escolar, alumnos que obtienen buenos resultados en el centro pero les cuesta relacionarse y niños que provienen de casas de acogida. 

Es el jefe de estudios quien escoge a los alumnos que formarán parte del equipo: "Cada uno de los integrantes tiene una historia. Normalmente son niños que arrastran conflictos domésticos o familiares, que exteriorizan en el colegio", explica Mederos. En el caso de los internos en casas de acogida, "se les selecciona para contrarrestar los malos momentos que puedan pasar allí".

Como agentes viales, son los propios alumnos quienes se preparan los temas que van a enseñar al resto de estudiantes del colegio, desde 1º de educación infantil hasta 6º de primaria, que en total son alrededor de 300. Miguel les guía acerca de los contenidos que deben impartir: reglamentos de tráfico, significado de las señales o normas de comportamiento de los peatones, entre otros temas. Luego, ellos mismos se informan a través de internet, libros o preguntando a sus familiares. 

Una vez que el equipo pone en común su aprendizaje, los chicos ya están preparados para ejercer de agentes viales. "Ellos mismos son partícipes y protagonistas de la enseñanza, y no receptores, como están habituados", cuenta Mederos. Según el jefe de estudios del colegio Montaña Pacho, "es una forma de educarles en valores que descubren por sí mismos, como la responsabilidad, teniendo en cuenta la problemática social que les envuelve".

Lo que Miguel Mederos impulsa con este proyecto es un tipo de educación basado en el concepto psicológico de la resiliencia, que se refiere a la capacidad de los individuos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas. "Lo que necesitan estos chicos es que se les valore y que se confíe en ellos. Solemos enseñarles de la forma equivocada, porque solo nos fijamos en lo malo", afirma el educador tras 15 años de experiencia.

Bruno es solo uno de los casos en los que la eficiencia de esta iniciativa resulta probada. Tras dos años como agente vial, desde que se probó el proyecto, familiares y profesores lo felicitan por su evolución, tanto personal como profesional. Ahora hace sus deberes a diario, incluso acude a menudo al despacho de "don Miguel", como lo llama, por si necesita algo.

"Don Miguel me ayudó a cambiar, a pensar y a portarme bien", asegura el alumno ante el orgullo del profesor. "Me gusta ser agente vial porque quiero ayudar a los niños hasta que se hagan mayores, para que no les atropelle un coche ni les hagan daño", afirma Hernández. El lema que le ha hecho cambiar es "si yo lo hago algo mal, los pequeños tomarán ejemplo de mí". 

El que según Miguel "es un trabajador nato en cualquier tarea a que se le encarga", dejará el colegio Montaña Pacho el próximo año para pasar al instituto. Como para el resto de estudiantes de 6º de primaria, según Mederos, "el curso les hace cambiar para que su carta de presentación ante sus nuevos amigos y profesores sea lo mejor posible". 

Una vez que acabe el curso escolar, cuando los alumnos del último año abandonen el colegio, serán los de 5º, con un año previo de experiencia en el equipo vial, quienes formen a los nuevos agentes que se incorporen al grupo. Mediante un acto de investidura, los veteranos entregarán a los novatos el uniforme y los materiales que emplearán durante la nueva etapa del proyecto.

Circuito
Para las clases de educación vial no existe un horario predeterminado. Tanto los escolares como el equipo de agentes dedican los recreos y horas extraescolares al aprendizaje de las normas de tráfico. El curso se imparte en dos áreas del colegio Montaña Pacho: un circuito recientemente pintado en el patio por efectivos del área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de La Laguna y un aula específica de educación vial. 

Mientras que los exteriores se destinan a la parte práctica, donde los alumnos deben respetar, bajo indicación de los agentes, las vías y señalizaciones circulando en triciclos y bicicletas cedidos por los propios padres, el aula de educación vial está dividido en diferentes temáticas. 

En la pizarra se imparten los contenidos teóricos con señales de tráfico elaboradas por los miembros del equipo. Para los más pequeños, existe una alfombra en la que figura dibujado un circuito básico, que deben recorrer con pequeños coches de juguete y muñecos playmobil donados por las diferentes familias, lo que también contribuye a mejorar la coordinación y psicomotricidad de los niños.

Uno de los próximas innovaciones que el proyecto incorporará de inmediato será un carnet por puntos del que dispondrá cada uno de los alumnos del colegio. Si su conducta durante las clases escolares es positiva, como premio el estudiante podrá acudir al circuito vial. Si su comportamiento es negativo, se le retirará un punto, que les impedirá asistir a las clases extraescolares y que solo podrán recuperar con una buena conducta. "De esta manera conseguimos que se porten bien, ya que tienen mucha ilusión por aprender sobre circulación, por lo que esto repercutirá también en el funcionamiento general del colegio", subrayó Miguel Mederos. 

Este proyecto, que está punto de cumplir su segundo año de vida, resultó ganador del concurso de la Policía Local de La Laguna en 2011. Además, se ha presentado a otros certámenes de la Dirección General de Tráfico, que les va a ceder un grupo de bicicletas para su circuito del Ministerio del Interior y la Policía Nacional. 

Representantes de estos cuerpos han acudido al centro ocasionalmente para enseñar a agentes y alumnos algunas normas de tráfico desde una perspectiva más profesional. Por otro lado, el equipo de seguridad vial ha organizado salidas por las calles del barrio para multar, de forma simbólica, a los vehículos y viandantes que cometan alguna infracción. Según el jefe de estudios del Montaña Pacho, "lo más positivo es que, no solo ellos aprenden, sino que a su vez influyen positivamente en la conducta de los padres". "Es una forma de educar también a las familias en educación vial", aseguró Mederos. 

El promotor de este proyecto pretende extenderlo a otros centros educativos, dados los beneficios que reporta en el alumnado. "Hemos tenido casos de niños con fracaso escolar y situaciones familiares difíciles, por drogadicción, muerte o separación de los padres, que han salido adelante y se han superpuesto a los problemas gracias a esto", manifiesta el maestro. "Siendo ellos felices, yo también lo estoy", concluye. 

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