LA LAGUNA (La Opinión)
Bruno Hernández, de 13 años, era un niño conflictivo. "Antes contestaba a
los profesores, pegaba a mis compañeros y no hacía la tarea", reconoce
el pequeño. Ahora, su labor como agente vial le ha convertido en un
Bruno nuevo. Él es uno de los 13 alumnos integrantes del proyecto de
seguridad vial que ha impulsado Miguel Mederos, jefe de estudios del
colegio Montaña Pacho, a través del cual consigue corregir las malas
conductas de los niños más problemáticos del centro.
Esta
iniciativa, pionera en las Islas, surgió hace dos años con un doble
objetivo: enseñar a los alumnos del centro seguridad vial a la vez que
motivar el buen comportamiento de estos. El equipo de agentes viales
integra a alumnos de 5º y 6º de primaria de tres tipos: niños con
problemas de comportamiento o rendimiento escolar, alumnos que obtienen
buenos resultados en el centro pero les cuesta relacionarse y niños que
provienen de casas de acogida.
Es el jefe de estudios quien
escoge a los alumnos que formarán parte del equipo: "Cada uno de los
integrantes tiene una historia. Normalmente son niños que arrastran
conflictos domésticos o familiares, que exteriorizan en el colegio",
explica Mederos. En el caso de los internos en casas de acogida, "se les
selecciona para contrarrestar los malos momentos que puedan pasar
allí".
Como agentes viales, son los propios alumnos quienes se
preparan los temas que van a enseñar al resto de estudiantes del
colegio, desde 1º de educación infantil hasta 6º de primaria, que en
total son alrededor de 300. Miguel les guía acerca de los contenidos que
deben impartir: reglamentos de tráfico, significado de las señales o
normas de comportamiento de los peatones, entre otros temas. Luego,
ellos mismos se informan a través de internet, libros o preguntando a
sus familiares.
Una vez que el equipo pone en común su
aprendizaje, los chicos ya están preparados para ejercer de agentes
viales. "Ellos mismos son partícipes y protagonistas de la enseñanza, y
no receptores, como están habituados", cuenta Mederos. Según el jefe de
estudios del colegio Montaña Pacho, "es una forma de educarles en
valores que descubren por sí mismos, como la responsabilidad, teniendo
en cuenta la problemática social que les envuelve".
Lo que Miguel
Mederos impulsa con este proyecto es un tipo de educación basado en el
concepto psicológico de la resiliencia, que se refiere a la capacidad de
los individuos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y
traumas. "Lo que necesitan estos chicos es que se les valore y que se
confíe en ellos. Solemos enseñarles de la forma equivocada, porque solo
nos fijamos en lo malo", afirma el educador tras 15 años de experiencia.
Bruno
es solo uno de los casos en los que la eficiencia de esta iniciativa
resulta probada. Tras dos años como agente vial, desde que se probó el
proyecto, familiares y profesores lo felicitan por su evolución, tanto
personal como profesional. Ahora hace sus deberes a diario, incluso
acude a menudo al despacho de "don Miguel", como lo llama, por si
necesita algo.
"Don Miguel me ayudó a cambiar, a pensar y a
portarme bien", asegura el alumno ante el orgullo del profesor. "Me
gusta ser agente vial porque quiero ayudar a los niños hasta que se
hagan mayores, para que no les atropelle un coche ni les hagan daño",
afirma Hernández. El lema que le ha hecho cambiar es "si yo lo hago algo
mal, los pequeños tomarán ejemplo de mí".
El que según Miguel
"es un trabajador nato en cualquier tarea a que se le encarga", dejará
el colegio Montaña Pacho el próximo año para pasar al instituto. Como
para el resto de estudiantes de 6º de primaria, según Mederos, "el curso
les hace cambiar para que su carta de presentación ante sus nuevos
amigos y profesores sea lo mejor posible".
Una vez que acabe el
curso escolar, cuando los alumnos del último año abandonen el colegio,
serán los de 5º, con un año previo de experiencia en el equipo vial,
quienes formen a los nuevos agentes que se incorporen al grupo. Mediante
un acto de investidura, los veteranos entregarán a los novatos el
uniforme y los materiales que emplearán durante la nueva etapa del
proyecto.
Circuito
Para las clases de educación vial no
existe un horario predeterminado. Tanto los escolares como el equipo de
agentes dedican los recreos y horas extraescolares al aprendizaje de las
normas de tráfico. El curso se imparte en dos áreas del colegio Montaña
Pacho: un circuito recientemente pintado en el patio por efectivos del
área de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de La Laguna y un aula
específica de educación vial.
Mientras que los exteriores se
destinan a la parte práctica, donde los alumnos deben respetar, bajo
indicación de los agentes, las vías y señalizaciones circulando en
triciclos y bicicletas cedidos por los propios padres, el aula de
educación vial está dividido en diferentes temáticas.
En la
pizarra se imparten los contenidos teóricos con señales de tráfico
elaboradas por los miembros del equipo. Para los más pequeños, existe
una alfombra en la que figura dibujado un circuito básico, que deben
recorrer con pequeños coches de juguete y muñecos playmobil donados por
las diferentes familias, lo que también contribuye a mejorar la
coordinación y psicomotricidad de los niños.
Uno de los próximas
innovaciones que el proyecto incorporará de inmediato será un carnet por
puntos del que dispondrá cada uno de los alumnos del colegio. Si su
conducta durante las clases escolares es positiva, como premio el
estudiante podrá acudir al circuito vial. Si su comportamiento es
negativo, se le retirará un punto, que les impedirá asistir a las clases
extraescolares y que solo podrán recuperar con una buena conducta. "De
esta manera conseguimos que se porten bien, ya que tienen mucha ilusión
por aprender sobre circulación, por lo que esto repercutirá también en
el funcionamiento general del colegio", subrayó Miguel Mederos.
Este
proyecto, que está punto de cumplir su segundo año de vida, resultó
ganador del concurso de la Policía Local de La Laguna en 2011. Además,
se ha presentado a otros certámenes de la Dirección General de Tráfico,
que les va a ceder un grupo de bicicletas para su circuito del
Ministerio del Interior y la Policía Nacional.
Representantes de
estos cuerpos han acudido al centro ocasionalmente para enseñar a
agentes y alumnos algunas normas de tráfico desde una perspectiva más
profesional. Por otro lado, el equipo de seguridad vial ha organizado
salidas por las calles del barrio para multar, de forma simbólica, a los
vehículos y viandantes que cometan alguna infracción. Según el jefe de
estudios del Montaña Pacho, "lo más positivo es que, no solo ellos
aprenden, sino que a su vez influyen positivamente en la conducta de los
padres". "Es una forma de educar también a las familias en educación
vial", aseguró Mederos.
El promotor de este proyecto pretende
extenderlo a otros centros educativos, dados los beneficios que reporta
en el alumnado. "Hemos tenido casos de niños con fracaso escolar y
situaciones familiares difíciles, por drogadicción, muerte o separación
de los padres, que han salido adelante y se han superpuesto a los
problemas gracias a esto", manifiesta el maestro. "Siendo ellos felices,
yo también lo estoy", concluye.
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