miércoles, 18 de abril de 2012

Los floricultores miran al cielo

LA LAGUNA (La Opinión) "La situación actual de los cultivos es dramática. La sequía ha impedido sembrar a muchos agricultores de la comarca nordeste y estar sin agua es muy complicado porque todo nuestro negocio depende de ella". Así describe Juan Daniel Marichal, uno de los floricultores de Valle de Guerra, la realidad que vive el gremio a causa de la escasez de agua. Tanto él como el resto de propietarios de la zona se ven obligados a ahorrar estos meses para asegurar el riego de sus cultivos en el que pronostican como uno de los peores veranos de la historia.

Marichal, propietario de la empresa Dragoflor desde 1986, necesita diariamente de 150 a 200 metros cúbicos de agua para su finca de 6,2 hectáreas, donde cultiva más de una decena de tipos de flor cortada, como rosas, claveles, crisantemos y gerberas. De todas ellas, las que se cultivan por el método hidropónico (cultivo de plantas en soluciones acuosas, por lo general con algún soporte de arena o grava) deben regarse seis o siete veces al día. Tras el que ha sido el invierno más seco en los últimos 60 años, la sequía pone en peligro este tipo de plantas, sobre todo con vistas al verano, cuando la necesidad de agua es mucho mayor.

Dragoflor, empresa en la que trabaja una plantilla de medio centenar de personas, se surte de pozos y galerías en manos privadas, como Unión Norte, a través del pago de una cuota anual. Mientras que durante los meses de invierno les sobra agua para regar la finca con el caudal que reciben, en verano el consumo se dobla. Desde hace un mes, la sequía preocupa especialmente a su propietario, pues teme que el próximo verano la aridez sea extrema: "Otros años hemos repartido entre los compañeros de otras fincas que lo necesitaban el agua que nos sobraba en invierno. Pero este año lo estamos reservando para los próximos meses, porque como esto siga así, no vamos a disponer de agua suficiente para regar", explicó Marichal.

Uno de los principales problemas a los que lleva la escasez de agua es la merma de la calidad del líquido que las fincas reciben y la disminución del caudal de los pozos, no solo por la falta de lluvia, sino porque muchos agricultores de pequeños huertos familiares roban agua de los canales para que sus cosechas sobrevivan. "Sin agua no hay calidad en el producto, y si no hay calidad no hay ventas", subraya el propietario de Dragoflor.

Previsión

Ante esta situación, Marichal invita a los responsables de las administraciones a concienciarse del problema: "Todos nos lamentamos cuando llegan las épocas malas y nos hace falta el agua, pero mientras todo va bien, nadie repara en ello ni busca soluciones", opina el propietario.

Felipe González, otro de los propietarios de la zona, administra junto a su mujer la finca Las Lucanas desde 1994, una empresa que fundaron en los años 80 los padres de su actual propietario. Las tres hectáreas están dedicadas al cultivo de plantas ornamentales, tanto de temporada como de interior. Al igual que Dragoflor, destina sus productos a empresas del Archipiélago y se surte de los pozos privados.

Con la crisis, la finca ha reducido sus ventas en un 50% durante los últimos años. González teme que la sequía haga descender aún más este porcentaje, puesto que la mala calidad del agua al que se ve obligado a recurrir empeora las cosechas, con la consecuente disminución del negocio. "En invierno tenemos suficiente para regar la finca con el agua de los mejores pozos. Pero en verano, puesto que necesitaremos más agua, tendremos que acudir a otros peores, ya que el caudal de los primeros no será suficiente para cubrir los 15.000 metros cúbicos mensuales que necesitamos". El problema de estas galerías de mala calidad es la fuerte salinización del agua. "Sabemos que estamos vertiendo sales perjudiciales para los cultivos, pero nos vemos obligados a usar este tipo de agua ante la falta de otra mejor y más dulce", asegura el dueño de Las Lucanas.

Tanto González como Marichal, así como la decena de floricultores de Valle de Guerra, coinciden en la idea de que la solución a este problema pasa por construir desalinizadoras privadas que permitan depurar el agua de los pozos de peor calidad. "En el sur de la Isla los agricultores nunca han tenido problemas con la sequía porque existen desalinizadoras", afirma Daniel.

La asociación de agricultores de la comarca acordó llevar a cabo esta iniciativa en una reunión reciente. Sin embargo, la normativa del Consejo Insular de Aguas prohíbe la construcción de desalinizadoras privadas. "Sería un proceso barato. No supone una gran inversión en absoluto. Sin embargo, la ley es el único impedimento con el que contamos para desarrollar este proyecto", matizó González.

En este sentido, la sequía, el exceso de flúor en el agua de consumo y la subida del precio del caudal procedente de las galerías y los pozos de la Isla han obligado al Cabildo de Tenerife a acelerar el proyecto para la construcción de una planta desaladora en Tejina. De esta forma, la Corporación insular pretende solucionar el problema de la carencia de agua de riego en el nordeste del municipio, que amenaza en la actualidad los cultivos de más de 2.000 agricultores.

Estos son los principales afectados de los cerca de 5.000 propietarios agrícolas del nordeste de La Laguna, pues obtienen el agua de riego de Balsas de Tenerife, entidad dependiente del Cabildo y responsable de los embalses de la zona. "Aquí somos muchos los afectados, pero sobre todo quienes se surten de las balsas, porque están vacías y el agua que reciben de estas no da para nada", manifestó Juan Daniel Marichal.

En el municipio de La Laguna, el cultivo de plantas ornamentales es uno de los que mayor terreno agrícola ocupa con un total de 205,3 hectáreas. El mayor número de fincas se concentra en Valle de Guerra y Tejina, con 118,7 y 68,7 hectáreas respectivamente. Esta superficie representa un 91,3% del total de cultivos de flores de La Laguna y, por lo tanto, la que aporta mayores ingresos económicos en el sector.

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