LA LAGUNA (La Opinión)
Los hábitos religiosos tradicionales de los campesinos de la Isla no
pueden verse en la actualidad sino en algunas agrupaciones folclóricas o
en colecciones de particulares. Este es el caso de Nicolás Hernández,
un costurero del municipio que ayer mostró en el centro ciudadano San
Jerónimo de Taco, dentro de las celebraciones por el Día de Canarias,
los trajes que ha confeccionado.
Nicolás, que se define como indumentarista, asegura que este tipo de vestimenta tradicional "forma parte de nuestra historia y es necesario sacarla a la calle para que no se pierda". Con este objetivo, diez mujeres entre niñas y adultas desfilaron ayer por el salón de actos de Taco y mostraron a vecinos y asistentes unos trajes prácticamente desconocidos para la mayoría.
Los hábitos religiosos de los campesinos de Tenerife se utilizaron hasta los años 40 del siglo pasado. A diferencia de los trajes convencionales, cada uno de ellos estaba dedicado a un santo concreto, una Virgen o a Jesucristo, con el objetivo de venerarlo, darle gracias o cumplir una promesa en su honor.
El hábito del Gran Poder, dedicado a Jesús, está inspirado en el momento de la crucifixión. Por eso es completamente morado y se caracteriza por un cordón dorado con cuatro nudos que representan los estigmas de Cristo. El hábito en honor a la Virgen de La Concepción era de color azul celeste y lo vestían las embarazadas para que esta les protegiera al niño.
Aquellas campesinas que honraban a La Dolorosa lucían un traje completamente negro en señal de sufrimiento y un broche con el puñal de la Virgen adosado al pecho. Sin embargo, el hábito más vestido en la Isla era el de la Virgen de La Candelaria, patrona de Tenerife, completamente amarillo y sin chaqueta.
Algunas campesinas honraban a determinadas santas, como las devotas de Santa Lucía, que vestían de rojo con un diseño muy diferenciado del resto. En la cabeza no llevaban sombrero, sino una mantilla negra y brocada y una peineta de carey para asistir a misa. Las devotas de Santa Rita también vestían de negro y recurrían a la imagen en circunstancias de difícil solución, como enfermedades irreversibles. Este traje se caracterizaba por un cordón de cuero atado con un clavo de plata, que representa el estigma que lleva la Santa en la frente.
A cualquiera de los trajes de campesino de la época se sobreponía una túnica negra, el tapado, en señal de luto cuando moría un ser querido. Había personas que vestían los hábitos en ocasiones determinadas por alguna promesa concreta, mientras que en otras ocasiones lo hacían para toda la vida en señal de fervor o agradecimiento por algún milagro.
Hernández define su colección como un "capricho personal" que mostró hace un año por primera vez en El Cardonal y que presentó al concurso de trajes tradicionales de Santa Cruz de Tenerife, en el que se ha hecho con dos premios en la presente edición. En esta ocasión, este lagunero quiso mostrar un pedazo de la tradición isleña "para que sepan identificar los diferentes hábitos y cómo llevarlos en las ocasiones especiales como el Día de Canarias", concluyó.
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