LA LAGUNA (La Opinión) Patricia Fitzmaurice, de 69 años, se ofreció en 2005 a enseñar de forma desinteresada las instalaciones del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT) para entretenerse. Acababa de quedarse viuda y una hija la animó a presentarse a la oferta de voluntariado para mayores que había lanzado el Organismo Autónomo de Museos. En los 16 años que lleva funcionando esta propuesta, Patricia es la única voluntaria de las instalaciones que gestiona el Organismo en el municipio: el MHAT, la Casa de Cartas y el Museo de la Ciencia y el Cosmos.
En la capital este número supera la decena, lo que llevó a la institución a organizar ayer una charla en la también llamada Casa de Lercaro, de la calle San Agustín, para animar a los mayores laguneros a unirse a Fitzmaurice.
Esta actividad forma parte de un programa que nació en 1993 con motivo del Año Europeo de las Personas Mayores. El Organismo Autónomo de Museos de la Isla se sumó en 1996. Desde entonces, cada una de sus sedes dispone de voluntarios jubilados que ejercen de guías, aunque en La Laguna solo está Patricia. La mujer se ha tenido que encargar de miles de visitantes, a quienes ha relatado la historia de las estancias y las diferentes colecciones de la Casa de Lercaro.
Para Fitzmaurice, lo mejor de esta experiencia es que "se establece un contacto directo con todo tipo de personas". Los discapacitados son un grupo "especial" para ella, con quienes ha compartido anécdotas entrañables. Frente a los turistas, esta lagunera ofrece una ventaja extra, ya que domina el inglés, pues es de origen británico.
A pesar de su experiencia con el público, Patricia aún se pone nerviosa cuando habla ante un auditorio, lo que da una idea de la responsabilidad que siente ante la labor que realiza.
Fitzmaurice fue ayer una de las asistentes a la conferencia celebrada en la Casa de Lercaro. Loli González, voluntaria en el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz, explicó que "para ser guía no hace falta saber, sino implicarse con un compromiso firme". José Luis Jordana, coordinador nacional del Programa de Voluntarios Culturales Mayores, explicó las ventajas que ofrece esta actividad para las personas que han superado los 50 años. "El voluntariado en los museos prolonga la esperanza de vida una década, ya que las tareas que realizan sus participantes previenen los factores que provocan el envejecimiento prematuro", afirmó Jordana.
Para él, la inmovilidad física, mental y social, así como la soledad, son las principales causas que hacen a la generación actual vivir menos años de los que podría. En este sentido, los mayores que ejercen como guías del patrimonio cultural nacional "se mueven constantemente, enriquecen su mente y establecen relaciones afectivas y sociales que retrasan su envejecimiento".
Además, resaltó que se trata de una forma de "aprovechar el enorme potencial que ofrece el conocimiento de los jubilados y así traspasarlo a los más jóvenes para que no quede en el olvido". Por último, José Luis Jordana animó a todos los mayores del municipio a sumarse a Patricia en una actividad que resulta "positiva para los museos, para el público y para los propios mayores".
Los jubilados como Patricia reciben un curso previo para poder ejercer de guías. Estudian la historia de cada museo, sus muestras permanentes y los trucos para despertar el interés de los visitantes. "Es apasionante y muy enriquecedor. Animo a otros laguneros a que se sumen", concluyó Fitzmaurice.
En la capital este número supera la decena, lo que llevó a la institución a organizar ayer una charla en la también llamada Casa de Lercaro, de la calle San Agustín, para animar a los mayores laguneros a unirse a Fitzmaurice.
Esta actividad forma parte de un programa que nació en 1993 con motivo del Año Europeo de las Personas Mayores. El Organismo Autónomo de Museos de la Isla se sumó en 1996. Desde entonces, cada una de sus sedes dispone de voluntarios jubilados que ejercen de guías, aunque en La Laguna solo está Patricia. La mujer se ha tenido que encargar de miles de visitantes, a quienes ha relatado la historia de las estancias y las diferentes colecciones de la Casa de Lercaro.
Para Fitzmaurice, lo mejor de esta experiencia es que "se establece un contacto directo con todo tipo de personas". Los discapacitados son un grupo "especial" para ella, con quienes ha compartido anécdotas entrañables. Frente a los turistas, esta lagunera ofrece una ventaja extra, ya que domina el inglés, pues es de origen británico.
A pesar de su experiencia con el público, Patricia aún se pone nerviosa cuando habla ante un auditorio, lo que da una idea de la responsabilidad que siente ante la labor que realiza.
Fitzmaurice fue ayer una de las asistentes a la conferencia celebrada en la Casa de Lercaro. Loli González, voluntaria en el Museo de la Naturaleza y el Hombre de Santa Cruz, explicó que "para ser guía no hace falta saber, sino implicarse con un compromiso firme". José Luis Jordana, coordinador nacional del Programa de Voluntarios Culturales Mayores, explicó las ventajas que ofrece esta actividad para las personas que han superado los 50 años. "El voluntariado en los museos prolonga la esperanza de vida una década, ya que las tareas que realizan sus participantes previenen los factores que provocan el envejecimiento prematuro", afirmó Jordana.
Para él, la inmovilidad física, mental y social, así como la soledad, son las principales causas que hacen a la generación actual vivir menos años de los que podría. En este sentido, los mayores que ejercen como guías del patrimonio cultural nacional "se mueven constantemente, enriquecen su mente y establecen relaciones afectivas y sociales que retrasan su envejecimiento".
Además, resaltó que se trata de una forma de "aprovechar el enorme potencial que ofrece el conocimiento de los jubilados y así traspasarlo a los más jóvenes para que no quede en el olvido". Por último, José Luis Jordana animó a todos los mayores del municipio a sumarse a Patricia en una actividad que resulta "positiva para los museos, para el público y para los propios mayores".
Los jubilados como Patricia reciben un curso previo para poder ejercer de guías. Estudian la historia de cada museo, sus muestras permanentes y los trucos para despertar el interés de los visitantes. "Es apasionante y muy enriquecedor. Animo a otros laguneros a que se sumen", concluyó Fitzmaurice.
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