lunes, 27 de febrero de 2012

Un arte en peligro de extinción

LA LAGUNA (La Opinión) "Es una pena tener que asumir que no hay futuro para la ebanistería". De esta forma lamentaba Isidoro Pérez el desinterés de las nuevas generaciones por su profesión, a la que se dedica desde hace más de 20 años. Este lagunero es uno de los últimos ebanistas del municipio, y trabaja junto a su hermano en su taller de Barrio Nuevo, de donde han llegado a salir inmensas obras de arte, que ahora se ven reducidas a pequeños encargos por los efectos de la crisis económica.

"El mundo de la artesanía va por rachas. Hemos tenido épocas en las que no dábamos abasto, y teníamos encargos muy bollantes como retablos, púlpitos, atrios o altares", asegura Pérez. "Sin embargo, aunque ahora el oficio está mucho más reconocido que en épocas anteriores, la crisis afecta y los trabajos que hacemos son más humildes, como tallas, esculturas, muebles u ornamentación".

La falta de profesionales en este gremio en la actualidad es otro de los factores que, para Isidoro, influye en la disminución del trabajo. "Si no hay oferta no hay demanda, porque la gente no conoce nuestra labor", se lamenta el artesano. Isidoro reconoce que la ebanistería es un arte un tanto elitista, lo que justifica con la cantidad de tiempo, sacrificio y paciencia que implica trabajar la madera de forma artesanal. "Las nuevas generaciones están acostumbradas a la comodidad y esta no es compatible con trabajar tantas horas rodeado de suciedad y menos cuando existen máquinas que pueden ahorrar trabajo", opina. Por eso, el artesano ve "lógicamente imposible que los jóvenes de hoy en día vayan a meterse a trabajar en un taller, porque el futuro está en la informática, como marca la sociedad".

Isidoro Pérez ha llegado incluso a pensar en la creación de programas informáticos aplicados a la ebanistería para el diseño de planos, proyectos y dibujos. Sin embargo, su disciplina requiere una creatividad que mermaría en caso de ser aplicada a las nuevas tecnologías, ya que en la base de su trabajo está la artesanía.

El artesano se dedica a la ebanistería artística, entre otros tipos posibles como la industrial. Su especialidad es la más compleja de todas, pues engloba multitud de oficios en uno, y requiere dominar diferentes disciplinas: dibujo, carpintería, escultura, arquitectura, anatomía, religión y matemáticas, entre otras. Para este lagunero, las dos primeras son vitales para ser un buen ebanista.

Esta complejidad, ha hecho que oficios como el del dorador hayan desaparecido, ya que los ebanistas artísticos labran las obras al completo por sí mismos. Incluso pueden llegar a realizar auténticos trabajos de orfebrería, pues los baños en oro y plata y la incrustación de piedras preciosas sobre la madera consiguen dar la misma apariencia por un precio mucho más asequible.
Pérez se formó desde los 15 años en la Escuela de Artes y Oficios de Tenerife, aunque reconoce que donde más ha aprendido ha sido en sus viajes al extranjero. En Italia conoció las técnicas del policromado y el dorado. En este sentido, confiesa que la insularidad afecta mucho al gremio local, no solo porque "cuesta más viajar", sino porque los materiales orgánicos con los que trabajan los ebanistas artísticos no se pueden adquirir en las Islas, sino que hay que importarlos de fuera.

En su taller de Barrio Nuevo, este ebanista fabrica incluso sus propias piezas de las diversas máquinas que allí se encuentran, ya que son difíciles de encontrar o ya no existen en el mercado. Son herramientas muy básicas pero a la vez fundamentales, pues las fábricas de ebanistería trabajan con grandes motores que crean series completas de piezas, mientras que las que salen de las manos de Isidro y su hermano Félix son obras únicas.

Obra
A ellos se debe íntegramente la reconstrucción completa del retablo de la iglesia de la Virgen de los Remedios, en Buenavista, después del devastador incendio que asoló el templo el 22 de junio de 1996. En su construcción, los hermanos ejercieron de arquitectos, escultores, policromadores e incluso doradores.

Por todos los templos laguneros podemos encontrar pequeñas obras de Isidoro Pérez, como los ángeles de la custodia de las andas de la iglesia de La Concepción o el perro de San Roque del Cristo de La Laguna. En realidad, su trabajo está repartido por todo el Archipiélago y, además, tiene piezas en la Península e incluso ha llegado hasta Cuba, para donde talló una copia de la Virgen de La Candelaria. Pero sin duda, su obra más destacada es la reconstrucción del retablo de Nuestra Señora de los Reyes de El Hierro, Patrona de la Isla.

En él cayó la responsabilidad de devolver al mural su aspecto original, después de que los fieles se rebelaran en contra del aspecto que se le dio en Sevilla, a donde fue enviado inicialmente para la restauración. Dicha obra exigió por parte del artista lagunero un auténtico estudio arquitectónico de la estructura y una documentación minuciosa sobre las diferentes imágenes que lo forman.

"La dificultad del trabajo de los ebanistas está en reconstruir las obras partiendo desde cero, a diferencia de los restauradores, que solo hacen un lavado de cara", matiza Pérez. Pero sobre todo, "en este trabajo se necesita vocación y saber combinar pensamiento y desarrollo, crear las ideas y saber llevarlas a cabo", opina el artesano.

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