lunes, 15 de abril de 2013

El refugio de los mochileros

Lagarto Hostel, en Valle de Guerra, ofrece alojamiento a los aventureros y actividades como excursiones en kayak y barranquismo

 

En un tranquilo paraje de la localidad lagunera de Valle de Guerra, junto a La Barranquera y apartado del bullicio de la capital y de las zonas más turísticas, se reúnen cada día visitantes de todos los países del mundo que, cargados con sus mochilas, escogen uno de los rincones más apartados del municipio para tomar fuerzas en sus días de recorrido por la Isla. 

Lagarto Backpackers Hostel no es el típico albergue juvenil de cuantos se encuentran repartidos por todo el mundo. Se trata de un centro de actividades que ofrece a sus clientes excursiones y deportes al aire libre en cuyo precio se incluye el alojamiento. De hecho, en este hostal uno no puede pagar solo por quedarse a dormir. 

Lo puso en marcha en junio de 2012 un italiano, Vitto Castoldi, a propuesta de un amigo. "Llevábamos tres años en España y nos dimos cuenta de que en Tenerife no existían servicios de este tipo, tan comunes en Europa", explica el responsable, "así que como con la crisis buscábamos poner en marcha un negocio para ganarnos la vida". "Alquilamos este chalé y creamos el único centro de actividades de este tipo que hay en todo el norte de la Isla", matiza. 

En Lagarto Backpackers todo es compartido por los usuarios, desde el DVD o el equipo de música, ubicados en el salón central, como la librería, compuesta por donaciones de los distintos clientes y en la que el único requisito para adquirir un ejemplar es dejar otro propio.


Para el alojamiento, el hostal dispone tres habitaciones: dos compartidas, de siete y cinco camas respectivamente, y tres cuartos privados para dos o tres personas.

A pesar de que los jóvenes pasan poco tiempo en el albergue, acaban conviertiéndose en una pequeña familia, pues la convivencia es continua, no solo en las actividades organizadas. "Los desayunos y las cenas son compartidos", explica Castoldi. "Quedamos todos en la cocina y preparamos juntos la comida, empleados incluidos. Por eso, al final se convierten más en amigos que en clientes", asegura el dueño de Lagarto Hostel.


Los usuarios pasan prácticamente todo el día fuera de este centro de mochileros, pues cada jornada salen a realizar una de las diferentes actividades previstas por la organización, entre las que se encuentran el kayak –una de las más vendidas–, surf –en la escuela de Bajamar–, masajes, buceo, barranquismo, senderismo por Anaga y el Teide, y parapente.

Además, el hostal vende comida para los clientes y complementos elaborados por una vecina del pueblo, como carteras, pendientes o pulseras. Según Vitto Castoldi, "apostamos por el desarrollo local y por eso también solemos poner música de grupos tinerfeños que no suelen escucharse para ayudar a su difusión".

El perfil medio de cliente de este centro de actividades lo forman jóvenes de unos 25 años de todas las nacionalidades. "La mayoría son europeos, pero hemos tenido visitantes de Argelia e incluso China", explica el dueño, para añadir que "también viene gente de La Península y de Santa Cruz que buscan desconectar". 

Los usuarios suelen quedarse como mínimo un día y máximo dos meses y el 60% viene solo, de ahí que a muchos de ellos Lagarto Backpackers les sirva para hacer amigos con los que recorrer la Isla. El precio de las actividades oscila entre los 25 y los 100 euros, que se suman a los 15 que cuesta el desayuno con alojamiento. Para las cenas, si los clientes no disponen de su propia comida, los empleados se la preparan por cinco euros. "Les enseño a hacer pizzas y la auténtica salsa carbonara", indica el italiano.

Además, Lagarto Hostel cuenta con tres voluntarios que, a cambio de alojamiento y comida, se encargan de hacer de este paraje el lugar ideal para los aventureros.
 

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