LA LAGUNA (La Opinión)
San Cristóbal de La Laguna podría sumarse, según María Isabel Navarro, a
la lista de ciudades invisibles que protagonizan la obra de Italo
Calvino. La catedrática en Historia del Arte de la Universidad de La
Laguna fue la encargada ayer de abrir la Fiesta del Arte con una
conferencia que tuvo lugar en el Teatro Leal como parte de las Fiestas
del Cristo, durante la cual afirmó que los encantos originales de Aguere
subyacen bajo la imagen actual de la ciudad, de manera que estos no
pueden apreciarse.
La ponencia consistió en un símil de la ciudad con cada una de las que componen la obra del escritor italiano Italo Calvino, autor de Las ciudades invisibles. Estas, todas imaginarias, toman en el libro un nombre de mujer y representan urbes que están debajo de las ciudades en que vivimos a consecuencia de la transformación que los seres humanos han provocado en ellas. De este modo, Navarro diferenció entre San Cristóbal de La Laguna, lo que el municipio fue en su origen y que ahora no puede apreciarse, y La Laguna, la ciudad actual.
Según la historiadora, por ejemplo, las grandes obras urbanísticas han imposibilitado que los habitantes de La Laguna conozcan el origen de sus tierras, sin haberles dado tiempo ni siquiera a debatir acerca de su conveniencia o sobre los aspectos técnicos del proyecto. Para Navarro, esto es consecuencia de un "consumismo exacerbado, que elimina la posibilidad de reflexionar sobre nuestros orígenes". "El consumismo modifica el significado de los lugares y resta valor simbólico al paisaje y a la naturaleza", afirmó.
María Isabel Navarro comparó La Laguna con la ciudad invisible de Zora, que, según Calvino, desapareció al ser dividida. En el caso de San Cristóbal de La Laguna, la catedrática afirmó que esta urbe se esfumó al renunciar a su planteamiento original como confluencia de fuentes, ríos, barrancos y embalses. "Casi todo lo que se conserva en la actualidad carece de interés", declaró, para puntualizar que "la belleza de La Laguna es invisible para sus habitantes, que se olvidan de contemplarla del mismo modo que los turistas".
Una de las pocas características que se conservan de esa ciudad idílica de los orígenes es, según Navarro, el trazado de las calles, diseñado conscientemente de manera prácticamente simétrica, pero que "no puede apreciarse aunque se recorra" por la transformación modernista. Según sus palabras, Aguere fue en su origen algo similar a aquella ciudad calvina en la que la evolución de la vida cotidiana estaba relacionada con la trayectoria de las constelaciones. "Cualquier cambio que tuviera lugar en el pueblo tenía repercusión en las estrellas, de ahí que sus habitantes meditaran mucho cada decisión que tomaban", explicó la profesora de Historia del Arte. Según ella, todo estaba ordenado en San Cristóbal de La Laguna, los gremios de la época vivían agrupados por calles e incluso se calculaba el número de habitantes que cabía en la ciudad.
Además, María Isabel planteó como gran incógnita la forma de recuperar esos encantos ocultos tras la transformación actual de la ciudad. Todo ello, ante un auditorio entre el que se encontraban Fernando Clavijo, alcalde de La Laguna, María José Castañeda, concejal de Cultura, y Julia Dorta, responsable del área de Patrimonio, a quienes hizo reflexionar acerca de la posibilidad de recuperar el patrimonio original.
Además, Navarro se sumó a Elsa López, presidenta del Ateneo, para hacer un llamamiento a las autoridades y asistentes en favor de la cultura, para que esta se mantenga a pesar de los tiempos de crisis.
La catedrática resumió toda su crítica en la definición de Aguere como un palimpsesto que impide que la ciudad original tenga futuro. Dicho término designa a un manuscrito antiguo que conserva huellas de una escritura anterior borrada artificialmente. Así es como concibe María Isabel Navarro la actual ciudad de La Laguna.
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