Los Cristos olvidados
La ciudad cuenta con diez tallas de Jesús crucificado además de la del Santuario
ALBA BLANCO (La Opinión)
El Cristo de La Laguna es indudablemente la imagen más venerada de
cuantas enriquecen el municipio y una de las que más pasiones levanta
entre los fieles de toda la Isla. Por el nombre puede llegar a pensarse
que es la única talla de Jesús crucificado que existe en la ciudad. Sin
embargo, quizá pudo ser el primero, pero desde luego, no el único.
Tuvieron
que pasar algunas décadas tras su llegada a La Laguna para que la
imagen tomara el nombre de la ciudad, o más bien, para que la ciudad le
entregara su nombre de forma espontánea, hasta la actualidad y
seguramente, por muchos años más.
Su arraigo es tal que ha eclipsado
a los otros cristos de La Laguna, aquellas tallas repartidas por los
templos del municipio que pasan desapercibidas ante los fieles que rezan
cada día al crucificado franciscano. El historiador lagunero Carlos
Rodríguez rindió ayer homenaje a los cristos olvidados a través de una
charla por las Jornadas Cofrades en la sede de la Esclavitud del Cristo.
-Cristo de San Agustín (Convento de San Agustín)
La
primera evidencia documental hasta ahora conocida sobre el culto a una
imagen escultórica de Cristo crucificado en La Laguna se remonta a 1532 y
corresponde a esta imagen, que ya no se conserva. Aquel año, el antiguo
Cabildo de la Isla decidió festejar la victoria de las tropas del
emperador Carlos contra los turcos en Viena sacando en procesión el
Cristo de San Agustín. Era la imagen con la que la Cofradía de la Sangre
salía cada noche del Jueves Santo.
-Cristo del Rescate (Parroquia de La Concepción)
Es
la imagen del crucificado más antigua documentada en la ciudad tras el
de San Agustín y fue adquirida por la Iglesia de la Concepción en 1558
por 10.000 maravedís. Reformado a mediados del siglo XVIII, se han
conocido cuatro nombres para la talla, tres de ellos eclipsados por el
del Rescate: el de la Antigua, del Buen Viaje, de la Buena Muerte y ya
en el siglo XX, del Rescate. Históricamente salía en procesión el
Miércoles de Ceniza, abriendo la Cuaresma y pregonando la Semana Santa.
-Cristo de los Remedios (Catedral de Nuestra Señora de los Remedios)
La
talla, todavía no suficientemente valorada, toma su título del templo
en el que ha recibido culto. Su cercanía al Cristo de La Laguna
evidencia que fue realizada en Tenerife a finales del siglo XVI. Desde
hace algunos años, se atribuye la obra al entallador Rui Díaz de
Argumedo, documentado en Tenerife entre 1573 y 1588.
El testimonio
más contundente de que en el tercio central del siglo XVII la devoción a
este crucificado estaba en pleno auge es su espléndida cruz y su peana,
esta última ya perdida, que le fueron donadas en 1670. La primera, muy
pesada, se custodiaba en casa de los donantes y cada año se trasladaba
hasta la parroquia para que el Cristo pudiera salir en procesión.
-Cristo del Calvario (Calvario de San Lázaro)
Fue
tallado en 1670 por el imaginero gomero Francisco Alonso de la Raya,
quien se formó en Garachico. Lo hizo para el Convento de San Diego, por
encargo de una de sus monjas. Su presencia en La Laguna se debe al
sacerdote José María Argibay, mayordomo del viejo Calvario de San Lázaro
e impulsor de su reconstrucción en los años cincuenta del siglo XIX. La
imagen se restaurará próximamente.
-Cristo de Burgos (Convento del Espíritu Santo)
Obra
del imaginero Lázaro González de Ocampo, natural de Güímar, en 1680.
Perdido en el incendio de la Iglesia de San Agustín en 1964. Pocas
imágenes devocionales en Canarias cuentan con una documentación tan
numerosa y detallada sobre su proceso de creación como la de este
crucificado, que seguía el modelo del famoso Cristo de Burgos.
Desde
1681 salió en procesión el Domingo de Pasión. Perdida la imagen
primitiva, el Cristo de Burgos sigue recorriendo las calles de La Laguna
este día, ahora con la copia de Ezequiel de León, que se bendijo en
1987.
-Cristo del paso de la Piedad (Iglesia de la Concepción)
Las
dos imágenes del grupo de la Piedad de la Parroquia de la Concepción
son obras de Lázaro González de Ocampo, quien las donó a su hermandad
sacramental en 1688. El Cristo difunto que la Virgen sostiene en sus
brazos no es, en su presentación habitual, un crucificado. Pero también
cumplía esa función, pues presenta los hombros articulados precisamente
para que pudiera escenificarse el descendimiento de la cruz en una
ceremonia que seguía celebrándose hasta hace poco tiempo.
La Piedad sigue saliendo cada Viernes Santo al mediodía, acompañada desde 1955 por la Cofradía del Lignum Crucis.
-Cristo de la Misericordia (Hospital de Nuestra Señora de los Dolores)
A
diferencia de las imágenes anteriores, este Cristo de la Iglesia del
Hospital de Nuestra Señora de los Dolores no ha tenido presencia en las
procesiones de la Semana Santa de La Laguna y su historia,
particularmente su origen, aún está por hacer, pues es poco lo que hasta
ahora se conoce sobre él.
Hace diez años, los historiadores de arte
Pablo Amador y Carlos Rodríguez propusieron su atribución a Lázaro
González de Ocampo, basándose fundamentalmente en su análisis formal y
apoyados por algunas referencias documentales que avalaban su
catalogación en los últimos años del siglo XVII.
-Cristo del Buen Viaje (Convento de Santo Domingo)
Existe
una referencia del siglo XVIII sobre esta imagen muy probablemente
desaparecida, o al menos no localizada. Por una declaración de entierro
otorgada en 1735 por el capitán de artillería Pedro Rodríguez Muñoz y su
mujer Juana María de Araujo, se sabe que dispusieron ser sepultados en
la capilla del Santo Cristo del Buen Viaje del Convento de Santo
Domingo. No parece que este crucificado tuviera culto público, sino
devoción privada en el ámbito conventual.
-Cristo de las Misericordias (Monasterio de Santa Clara)
Data
del siglo XVIII. Próximamente se publicará una propuesta de
catalogación por parte de la profesora italiana Fausta Franchini. La
obra llegó al convento a mediados del siglo XIX, como donación de un
matrimonio que previamente la había adquirido a un sacerdote. Ya en esos
documentos se nombra como Señor de las Misericordias. No ha merecido
hasta ahora atención por parte de los historiadores y su relevancia
devocional es escasa.
-Cristo de las Salas Capitulares (Catedral de los Remedios)
Fue
encargado por el cabildo catedral al escultor Fernando Estévez en 1828
para presidir la sala principal de las nuevas Casas Capitulares
edificadas tras la creación de la Diócesis. Puede valorarse como símbolo
de la renovación artística propiciada por la elevación a Catedral de la
vieja Iglesia de los Remedios.
A la vez, es una obra excepcional de
su autor, pues es el único crucificado suyo de gran formato que se ha
podido documentar. Además, es una de sus pocas obras de talla completa,
pues predominan en su catálogo las de candelero o las trabajadas con
telas encoladas.
Estévez optó por pautas clasicistas y tuvo un
referente cercano en el Cristo que su maestro, José Luján Pérez, había
tallado tres décadas antes para la Sala Capitular de la Catedral de Las
Palmas. En este crucificado de La Laguna demostró su interés por plasmar
una belleza un tanto idealizada y una anatomía correcta, sin alardes
anatómicos, de rostro sereno y apenas sangrante. Su incorporación a la
Semana Santa es reciente.
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