SANTA CRUZ DE TENERIFE (La Opinión) La artesanía tinerfeña, de tradición casera, queda relegada en la actualidad al ocio de aquellos ancianos que en su día la aprendieron como forma de subsistencia ante unos tiempos difíciles. A 15 de ellos les dedicó ayer un acto el Cabildo insular, con el objetivo de reconocer su labor e impulsar el oficio en Tenerife.
Con motivo de la celebración del Día Insular de la Artesanía, el Salón Noble de la corporación insular acogió la entrega de los llamados Premios a toda una vida para los 15 manufactureros de más de 80 años por su dedicación a los oficios de caladora, constructor de instrumentos musicales de percusión, juguetero, cestero y carpintero, entre otros.
Ricardo Melchior, presidente del Cabildo, destacó la "importante" labor de todas estas personas que han hecho de la artesanía "algo esencial para nuestro pueblo". Melchior aseguró sentirse "muy orgulloso" de que en ellos se vea representada, según sus palabras, toda la Isla, y les agradeció "el conocimiento" y "el ejemplo" que transmiten a las nuevas generaciones.
Por su parte, Efraín Medina, consejero insular de Desarrollo Económico, Comercio y Empleo resaltó de los premiados su contribución al desarrollo económico de Tenerife y el rol que cumplen en la cultura del pueblo, ya que "facilitan la transmisión de las costumbres, identidad e idiosincrasia autóctonas". Los 15 artesanos recibieron de manos de las autoridades insulares una placa conmemorativa y un galardón. Tres de ellos no pudieron estar presentes en el acto por razones de salud, como el mayor de todos, Urbano García, de 94 años y creador de instrumentos de percusión.
Todos ellos comenzaron en el oficio siendo tan solo unos niños, forzados por las necesidades económicas que el contexto del momento les planteaba a sus familias. Joaquina Díaz, por ejemplo, una de las caladoras condecoradas, era tan pequeña cuando aprendió que ni siquiera recuerda la edad.
La mayoría de los artesanos aprendieron el oficio en el seno de su familia, de la mano de sus padres y hermanos, pero ahora no encuentran generaciones que les sustituyan. Confiesan que los productos manufacturados ya no se venden, mientras que antes, a pesar de que no ganaban mucho, les servía para cambiarlo por otros servicios o al menos para sobrevivir. "Antes vivía apurada con el trabajo", afirma Miguelina Delgado, para añadir que "ahora trabajo para entretenerme, porque con este oficio no se ganan ni 50 céntimos al día". Suya es una de las dos exposiciones que la sede del Cabildo albergó ayer para acompañar el acto.
Por su parte, Ángela Alonso agradeció muy emocionada los galardones en nombre de todos los premiados. Su trabajo ha sido reconocido en otras ocasiones en Fuerteventura y en Gran Canaria.
Todas las caladoras, cesteras y roseteras siguen trabajando en la actualidad. Lo que un día fue su forma de ganarse la vida es ahora el hobby que las distrae. En sus casas, sin taller, como han trabajado toda la vida.
Clara Cano, una de las roseteras condecoradas, regala todo lo que hace a sus conocidos. Actualmente está trabajando en un manto para cubrir al Cristo del paso del féretro de la Semana Santa de Vilaflor.
Para terminar, los responsables de la corporación insular entregaron el Premio Tenerife al Fomento y la Investigación de la Artesanía de España y América 2011, que en esta ocasión recibió la antropóloga argentina Laura Ana Cardini, por su trabajo sobre los procesos de producción y comercialización de las artesanías indígenas de los pueblos tobas de la ciudad de Rosario (Argentina).
Juan Carlos Camacho, miembro del jurado que falló el premio, fue el encargado de entregarle el galardón ante la palpable emoción de toda su familia. La joven argentina resaltó el papel tan importante que juega la artesanía en la identidad de los pueblos.
Con motivo de la celebración del Día Insular de la Artesanía, el Salón Noble de la corporación insular acogió la entrega de los llamados Premios a toda una vida para los 15 manufactureros de más de 80 años por su dedicación a los oficios de caladora, constructor de instrumentos musicales de percusión, juguetero, cestero y carpintero, entre otros.
Ricardo Melchior, presidente del Cabildo, destacó la "importante" labor de todas estas personas que han hecho de la artesanía "algo esencial para nuestro pueblo". Melchior aseguró sentirse "muy orgulloso" de que en ellos se vea representada, según sus palabras, toda la Isla, y les agradeció "el conocimiento" y "el ejemplo" que transmiten a las nuevas generaciones.
Por su parte, Efraín Medina, consejero insular de Desarrollo Económico, Comercio y Empleo resaltó de los premiados su contribución al desarrollo económico de Tenerife y el rol que cumplen en la cultura del pueblo, ya que "facilitan la transmisión de las costumbres, identidad e idiosincrasia autóctonas". Los 15 artesanos recibieron de manos de las autoridades insulares una placa conmemorativa y un galardón. Tres de ellos no pudieron estar presentes en el acto por razones de salud, como el mayor de todos, Urbano García, de 94 años y creador de instrumentos de percusión.
Todos ellos comenzaron en el oficio siendo tan solo unos niños, forzados por las necesidades económicas que el contexto del momento les planteaba a sus familias. Joaquina Díaz, por ejemplo, una de las caladoras condecoradas, era tan pequeña cuando aprendió que ni siquiera recuerda la edad.
La mayoría de los artesanos aprendieron el oficio en el seno de su familia, de la mano de sus padres y hermanos, pero ahora no encuentran generaciones que les sustituyan. Confiesan que los productos manufacturados ya no se venden, mientras que antes, a pesar de que no ganaban mucho, les servía para cambiarlo por otros servicios o al menos para sobrevivir. "Antes vivía apurada con el trabajo", afirma Miguelina Delgado, para añadir que "ahora trabajo para entretenerme, porque con este oficio no se ganan ni 50 céntimos al día". Suya es una de las dos exposiciones que la sede del Cabildo albergó ayer para acompañar el acto.
Por su parte, Ángela Alonso agradeció muy emocionada los galardones en nombre de todos los premiados. Su trabajo ha sido reconocido en otras ocasiones en Fuerteventura y en Gran Canaria.
Todas las caladoras, cesteras y roseteras siguen trabajando en la actualidad. Lo que un día fue su forma de ganarse la vida es ahora el hobby que las distrae. En sus casas, sin taller, como han trabajado toda la vida.
Clara Cano, una de las roseteras condecoradas, regala todo lo que hace a sus conocidos. Actualmente está trabajando en un manto para cubrir al Cristo del paso del féretro de la Semana Santa de Vilaflor.
Para terminar, los responsables de la corporación insular entregaron el Premio Tenerife al Fomento y la Investigación de la Artesanía de España y América 2011, que en esta ocasión recibió la antropóloga argentina Laura Ana Cardini, por su trabajo sobre los procesos de producción y comercialización de las artesanías indígenas de los pueblos tobas de la ciudad de Rosario (Argentina).
Juan Carlos Camacho, miembro del jurado que falló el premio, fue el encargado de entregarle el galardón ante la palpable emoción de toda su familia. La joven argentina resaltó el papel tan importante que juega la artesanía en la identidad de los pueblos.
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