LA LAGUNA (La Opinión) Juan Ángel González es el último orfebre que queda en el Archipiélago. Ama su trabajo, al que lleva dedicado desde los 12 años. Tal vez por ello no se imagina su vida sin él. A sus 65 años, este lagunero se resiste a jubilarse. Tan solo lo hará obligado si la crisis le sigue restando cada vez más trabajo.
No hay manos en las Islas que hayan tomado el testigo. Virginia López de Llano, una cordobesa estudiante de Bellas Artes en la Universidad de La Laguna, es la única dispuesta a hacerlo. Al tratarse de unas técnicas artesanales en extinción, se ha propuesto generar una nueva cantera de orfebres canarios a través de un taller que se celebra este mes en la ciudad. Virginia y su equipo quieren despertar entre los tinerfeños la curiosidad por esta forma de trabajar el oro, la plata y otros metales para que sobreviva.
Virginia llegó hace tres años desde Córdoba para completar su formación como técnico superior en artes plásticas, diseño de orfebrería y platería artística. Pero sobre todo estaba interesada en conocer a Juan Ángel, pues sabía que era el único orfebre de Canarias y que seguía su mismo método de toda la vida. Ambos comparten la misma filosofía. Trabajan los mismos materiales, técnicas similares y son partidarios de fabricar las herramientas ellos mismos. Además, elaboran por ejemplo su propio cloruro para los baños de oro.
Juan Ángel lamenta que toda la formación que él ha recibido no pueda acreditarse como en el caso de Virginia, lo que le permitiría transmitir su manera de hacer a las nuevas generaciones.
Virginia disponía en Córdoba de su propio taller, con su cartera de clientes fijos y sus mecenas, pero lo abandonó para estudiar en Tenerife. Su pretensión es evitar que la forma tradicional de trabajar el metal se pierda.
Hace más de 50 años que no se imparten cursos de orfebrería en todo el Archipiélago. Quizá por eso, las 15 plazas disponibles inicialmente para el taller que organiza la Fundación Mapfre Guanarteme tuvieron que ampliarse hasta 20, las cuales se agotaron el primer de día. La Fundación patrocinadora del taller ya ha creado una lista de espera para los interesados que no consiguieron plaza y que serán acogidos en una segunda parte del curso que se impartirá en los próximos meses.
El curso es principalmente para licenciados en Bellas Artes, estudiantes de enseñanzas artísticas y joyeros, todos ellos con una destreza especial para aprender las diferentes técnicas en un periodo tan breve, del 21 al 30 de este mes.
El curso tendrá lugar de 16:30 a 19:30 horas en la sede lagunera de la Fundación Mapfre Guanarteme. La temática estará enfocada principalmente a aprender las técnicas del repujado y el cincelado, las más utilizadas por estos artesanos del metal. Con ellas se consigue dar forma a las figuras para bañarlas posteriormente en plata u otros metales.
Las clases tendrán una parte práctica y otra teórica. En esta última, la temática recorrerá la historia de la orfebrería en el Archipiélago, las diferentes técnicas y procedimientos empleados y las principales piezas de orfebrería de Tenerife. De estas, Virginia pudo declarar como patrimonio algunas de las instaladas en la iglesia de La Concepción de La Orotava, gracias a una beca de investigación que le otorgó la Universidad de La Laguna.
La orfebrería llegó a Canarias a los 25 años de la Conquista de la mano de la platería. Los aborígenes no la conocían al carecer las Islas de materia prima. Desde entonces, este arte ha pasado intacto de generación en generación, mientras los diferentes maestros han ido incorporando progresivamente sus propias técnicas. En estas han podido descubrirse influencias principalmente andaluzas, americanas, portuguesas y francesas, ya que Canarias fue en su día zona de paso comercial entre Europa y América.
Juan Ángel González, el último eslabón de esta larga historia lleno de manos talentosas, lleva 30 de sus 53 años de trabajo en el mismo taller de la avenida Juan de Vera de La Laguna, que construyó a partir de la casa de su abuela, donde él nació. Es un taller repleto de martillos, cinceles, sopletes y laminadores, los mismos instrumentos que emplearán para sus obras los alumnos del curso de orfebrería.
La Candelaria
Juan Ángel es conocido por la elaboración del trono y las nuevas andas de la virgen de Candelaria, que le llevaron cuatro años de dedicación. Esta fue la obra más grande realizada en plata desde que en el siglo XVIII se llevara a cabo el retablo del Cristo de La Laguna. Fue entonces la mejor época de la orfebrería en el municipio, cuando llegaron a existir nueve talleres de artesanos.
Hace unos años que a Juan Ángel le ofrecieron restaurar el Cristo lagunero, pero no ha vuelto a saber nada de aquella propuesta. Confiesa que le encantaría hacerlo: "Aunque no soy religioso, sería una obra muy especial porque es el patrón de mi pueblo".
Actualmente, está trabajando en la restauración de piezas pequeñas, cacharros y medallas. "Ya no se encarga obra civil", afirma, "sino todo lo que tengo son obras de restauración para las cofradías". La crisis ha mermado el trabajo de este orfebre, lo que puede llegar a obligarle a jubilarse, a pesar de su negativa a hacerlo.
De la falta de encargos también depende el futuro de su posible sucesora. Virginia teme que si no encuentra trabajo al terminar la carrera este año se vea obligada a regresar a Córdoba, su ciudad natal. Y teme que Juan Ángel sea el último exponente de unas mañas de extraordinario valor.
No hay manos en las Islas que hayan tomado el testigo. Virginia López de Llano, una cordobesa estudiante de Bellas Artes en la Universidad de La Laguna, es la única dispuesta a hacerlo. Al tratarse de unas técnicas artesanales en extinción, se ha propuesto generar una nueva cantera de orfebres canarios a través de un taller que se celebra este mes en la ciudad. Virginia y su equipo quieren despertar entre los tinerfeños la curiosidad por esta forma de trabajar el oro, la plata y otros metales para que sobreviva.
Virginia llegó hace tres años desde Córdoba para completar su formación como técnico superior en artes plásticas, diseño de orfebrería y platería artística. Pero sobre todo estaba interesada en conocer a Juan Ángel, pues sabía que era el único orfebre de Canarias y que seguía su mismo método de toda la vida. Ambos comparten la misma filosofía. Trabajan los mismos materiales, técnicas similares y son partidarios de fabricar las herramientas ellos mismos. Además, elaboran por ejemplo su propio cloruro para los baños de oro.
Juan Ángel lamenta que toda la formación que él ha recibido no pueda acreditarse como en el caso de Virginia, lo que le permitiría transmitir su manera de hacer a las nuevas generaciones.
Virginia disponía en Córdoba de su propio taller, con su cartera de clientes fijos y sus mecenas, pero lo abandonó para estudiar en Tenerife. Su pretensión es evitar que la forma tradicional de trabajar el metal se pierda.
Hace más de 50 años que no se imparten cursos de orfebrería en todo el Archipiélago. Quizá por eso, las 15 plazas disponibles inicialmente para el taller que organiza la Fundación Mapfre Guanarteme tuvieron que ampliarse hasta 20, las cuales se agotaron el primer de día. La Fundación patrocinadora del taller ya ha creado una lista de espera para los interesados que no consiguieron plaza y que serán acogidos en una segunda parte del curso que se impartirá en los próximos meses.
El curso es principalmente para licenciados en Bellas Artes, estudiantes de enseñanzas artísticas y joyeros, todos ellos con una destreza especial para aprender las diferentes técnicas en un periodo tan breve, del 21 al 30 de este mes.
El curso tendrá lugar de 16:30 a 19:30 horas en la sede lagunera de la Fundación Mapfre Guanarteme. La temática estará enfocada principalmente a aprender las técnicas del repujado y el cincelado, las más utilizadas por estos artesanos del metal. Con ellas se consigue dar forma a las figuras para bañarlas posteriormente en plata u otros metales.
Las clases tendrán una parte práctica y otra teórica. En esta última, la temática recorrerá la historia de la orfebrería en el Archipiélago, las diferentes técnicas y procedimientos empleados y las principales piezas de orfebrería de Tenerife. De estas, Virginia pudo declarar como patrimonio algunas de las instaladas en la iglesia de La Concepción de La Orotava, gracias a una beca de investigación que le otorgó la Universidad de La Laguna.
La orfebrería llegó a Canarias a los 25 años de la Conquista de la mano de la platería. Los aborígenes no la conocían al carecer las Islas de materia prima. Desde entonces, este arte ha pasado intacto de generación en generación, mientras los diferentes maestros han ido incorporando progresivamente sus propias técnicas. En estas han podido descubrirse influencias principalmente andaluzas, americanas, portuguesas y francesas, ya que Canarias fue en su día zona de paso comercial entre Europa y América.
Juan Ángel González, el último eslabón de esta larga historia lleno de manos talentosas, lleva 30 de sus 53 años de trabajo en el mismo taller de la avenida Juan de Vera de La Laguna, que construyó a partir de la casa de su abuela, donde él nació. Es un taller repleto de martillos, cinceles, sopletes y laminadores, los mismos instrumentos que emplearán para sus obras los alumnos del curso de orfebrería.
La Candelaria
Juan Ángel es conocido por la elaboración del trono y las nuevas andas de la virgen de Candelaria, que le llevaron cuatro años de dedicación. Esta fue la obra más grande realizada en plata desde que en el siglo XVIII se llevara a cabo el retablo del Cristo de La Laguna. Fue entonces la mejor época de la orfebrería en el municipio, cuando llegaron a existir nueve talleres de artesanos.
Hace unos años que a Juan Ángel le ofrecieron restaurar el Cristo lagunero, pero no ha vuelto a saber nada de aquella propuesta. Confiesa que le encantaría hacerlo: "Aunque no soy religioso, sería una obra muy especial porque es el patrón de mi pueblo".
Actualmente, está trabajando en la restauración de piezas pequeñas, cacharros y medallas. "Ya no se encarga obra civil", afirma, "sino todo lo que tengo son obras de restauración para las cofradías". La crisis ha mermado el trabajo de este orfebre, lo que puede llegar a obligarle a jubilarse, a pesar de su negativa a hacerlo.
De la falta de encargos también depende el futuro de su posible sucesora. Virginia teme que si no encuentra trabajo al terminar la carrera este año se vea obligada a regresar a Córdoba, su ciudad natal. Y teme que Juan Ángel sea el último exponente de unas mañas de extraordinario valor.
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